En Estados Unidos está produciéndose un fenómeno editorial por el que nadie hubiera apostado nunca: algunos títulos están vendiendo más ejemplares en su formato audiolibro que en su formato tradicional. Parece, por primera vez, que el lector esté prefieriendo escuchar antes que leer, como si la tecnología nos hubiera permitido regresar a esas reuniones alrededor de la hoguera donde el conocimiento y las fábulas se transmitía oralmente.
Es lo que, por ejemplo, le ha sucedido al economista Richard Thaler, autor del bestseller Un pequeño empujón, uno de los mejores libros sobre finanzas según el Financial Times. Finalmente, Thaler ha tenido que admitir que hay más gente que escucha sus textos antes que leerlos.
Tecnología y lectura
La tecnología está cambiando nuestra relación con la lectura, como antaño ya lo hizo la imprenta: a mayor demanda, más libros, a más libros, mayor demanda, y también más escritores. Lo que, paralelamente, impulsó la alfabetización generalizada en Europa y Norteamérica, originándose sistemas de escolarización pública.
Y es que el número de libros producidos en los cincuenta años siguientes a la invención de Gutenberg igualó la producción de los escribas europeos durante los mil años precedentes, como explica Nicholas Carr en su libro Superficiales:
Aunque a la mayoría de los impresores les movía el ánimo de lucro fácil, su distribución de los textos más antiguos ayudó a dar profundidad intelectual y continuidad histórica a la nueva cultura centrada en el libro.
La nueva transformación que está propiciando la tecnología, sobre en el caso de todo internet, el mp3 y el smartphone, es que cada vez hay más gente que escucha libros en vez de leerlos. Las ventas de audiolibros acumularon casi dos mil millones de dólares en ventas el año pasado y continúan siendo el segmento de más rápido crecimiento de la industria de la edición de libros, de acuerdo con la Asociación de Editores de audio. Si bien el sigue siendo el rey, los audiolibros van ganando puestos. Y, en algunos casos, superan a sus homólogos de texto.
Por ejemplo, cuando se publicó el libro de negocios de Joshua Kaufman The Personal MBA, el audiolibro vendió tres veces más que la versión impresa, a pesar de que Kaufman hizo la narración por sí mismo (es decir, ni siquiera tuvo que contratar a un locutor profesional o a una voz famosa). "Durante mucho tiempo, la industria trató audiolibros como un formato de subsidiaria, pero ahora estamos viendo que se ha convertido en un formato principal para muchos", ha llegado a declarar Kaufman.
El hype estadounidense
Audible nació de la mano del periodista y escritor Donald Katz, cuando allá por el año 1995 advirtió que había un importante nicho de mercado por satisfacer. Audible es una empresa que ha vendido millones de audiolibros a 14,99 dólares el ejemplar, lo que convirtió en Audible en una empresa tan golosa que incluso Amazon la absorbió.
Según datos de la Audio Publishers Association, en 2014 se facturaron en Estados Unidos más de 1.470 millones de dólares en audiolibros, produciéndose así un incremento del 13,5 % con respecto a 2013. Más de 1.000 nuevos títulos se publicaron en este formato entonces, sumándose a los más de 25.000 ya disponibles.
Y esto no ha hecho más que empezar. Amazon también ofrece ya una plataforma para editar audio en este mercado creciente del audiolibro, aunque de momento solo opera en Estados Unidos, que es donde tiene lugar el mayor crecimiento de este formato.
El caso español
Pero ¿podemos esperar un fenómeno similar en España o estamos ante un fenómeno netamente anglosajón?
El origen del audiolibro tuvo lugar cuando se popularizaron los fonógrafos, a principios del siglo XX. Más tarde, sobre la década de 1930, en algunas zonas de Estados Unidos empezaron a proliferar pasajes de la Biblia en discos de pizarra, que las familias escuchaban en casa durante la cena. Más tarde, con la expasión urbanística y la creación de suburbios cada vez más alejados de los centros de las ciudades, los estadounidenses empezaron a pasar cada vez más horas conduciendo.
Hemos de tener en cuenta que la gasolina es muy barata en este país, y que los coches se han ido convirtiendo ya en extensiones del propio hogar (un buen argumento de venta de un coche nuevo es el número de posavasos del que dispondrá). Por esa razón, se especula que los estadounidenses empezaron a reproducir audiolibros en sus coches para hacer más amenos sus desplazamientos. Sobre todo empezaron a venderse audiolibros con contenido didáctico u orientados al desarrollo personal y la autoayuda. Así podíamos encontrarse cintas de cassette para, por ejemplo, aprender a pesar o para superar el miedo social.
Estos rasgos idiosincrásicos no son iguales en España, por lo que hemos de suponer que ello ha influido en el escaso éxito que el audiolibro ha tenido en nuestro país. Con todo, determinar una o diversas causas en estas diferencias el negocio editorial es, cuando menos, aventurado, porque es probable que influyan otras variables esquivas.
Sea como fuere, según el Informe de Comercio Interior de la Federación del Gremio de Editores (FGEE) de 2012, el audiolibro en España no ha despegado nunca: en ese año se facturaron 214,70 millones de euros en otros soportes diferentes al libro en papel; de ellos, los audiolibros representaron el 0,1%, en torno a los 210.000 euros. Un artículo publicado recientemente pone de manifiesto los beneficios que, por el contrario, se obtienen de esta industria en Estados Unidos, sobre todo a raíz de la digitalización.
En España la tecnología digital apenas ha logrado dar un pequeño espaldarazo a los audiolibros. En el ámbito donde hallamos un mayor crecimiento es en el podcast, que se han impuesto, por su flexibilidad y la posibilidad de suscripción, a sitios como escuchalibros.com y audiolibro.es, que distribuyen libros cuyos derechos de autor ya han prescrito, como La Celestina. La primera novela podcast en español fue Las gafas de Platón, publicada por entregas en el año 2005. En el siguiente vídeo podéis escucharla completa:
Sin embargo, apenas le siguieron otras iniciativas similares. El podcast en español está creciendo espectacularmente, sobre todo gracias a sistemas de distribución como iVoox, pero, si bien se abordan toda clase de temáticas, el audiolibro continúa siendo un contenido residual.
Algunos analistas han argumentado que otra razón del escaso éxito del audiolibro en España es su coste de producción, que solo resulta rentable para grandes audiencias: la comunidad hispana es muy amplia, pero no así la española. Sin embargo, este argumento pierde peso si tenemos en cuenta que el abaratamiento de la producción, que ahora permite producir programas de factura profesional como La órbita de Endor, no se ha traducido en un incremento sustancial de audiolibros. La distribución también tiene ya un coste marginal próximo a cero, y hay muchas opciones además de iTunes o Amazon, como Spotify, Deezer, Audioteka, etc.
De nuevo, posiblemente lo que se necesita es dar un giro al modelo de negocio que permita desprendernos de la herencia cultural que siempre ha lastrado el audiolibro.
Futuro 2.0
Mantener la atención del oyente es más difícil que mantener la atención del lector, porque el oyente pocas veces está escuchando en exclusiva un audiolibro, sino que, mientras, está ejecutando alguna tarea mecánica, como conducir o hacer las tareas de casa. Así pues, los audiolibros no deben limitarse a narrar un texto sin más, sino que debe acompañarse de efectos sonoros, música e inflexiones de voz que solo los locutores más avezados son capaces de alcanzar.
Pero, al igual que Wikipedia ha demostrado que muchas personas aficionadas pueden obtener resultados tan buenos como un pequeño grupo de profesionales, una mayor demanda generará una mayor comunidad de productores, sean aficionados o profesionales, lo que originará un mercado tan interesante como el anglosajón. Todavía no hay un modelo de negocio que pueda sustentar lo que está por venir, pero eso no ha impedido que YouTube permita crear una enorme comunidad de youtubers.
Algunos de los proyectos para monetizar los audiolibros, como Audible (con más 180.000 títulos en español latino, pero aún no tenemos la versión española), esperamos que permitan que el mercado español salga por fin de su estancamiento. La proliferación de smartphones y tabletas también permite ya escuchar un audiolibro en cualquier sitio, tanto online como offline.
Así pues, aún hay esperanza de que el mercado en audiolibros en español despegue y, quizá algún día, se ponga al mismo nivel que el anglosajón. Sea como fuere, parece claro que la cultura audiovisual ha llegado para quedarse y desplazar la lectura de texto plano, y que la oralidad está viviendo una segunda época dorada similar a la que, hace siglos, tuvo lugar antes de la llegada del papel.
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La noticia ¿El futuro del libro es no leer? Un vistazo al fenómeno de los audiolibros fue publicada originalmente en Xataka por Sergio Parra .
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