Hace un par de años te contábamos cuáles eran los cuatro coches híbridos enchufables que se vendían en España. En este tiempo han cambiado bastante las cosas y se ha incrementado notablemente la oferta de coches híbridos enchufables, dentro de un proceso, esta vez parece que imparable, de electrificación del automóvil (evolución del coche tradicional de motor de combustión interna hacia un automóvil impulsado por electricidad).
Si por aquel entonces se contaban modelos híbridos enchufables en muy pocas marcas, como Porsche, Volvo, Mitsubishi o Toyota, hoy además de que algunas de estas ofrecen más modelos, también hay que sumar a otros fabricantes como Audi, BMW, Volkswagen o Mercedes-Benz, por citar algunos de los principales, además de otros que no venden en Europa, pero sí en Estados Unidos o en Japón (Ford, General Motors, Honda). Baste como ejemplo el salto dado por uno de ellos: BMW en dos años ha pasado de cero a cuatro modelos híbridos enchufables. Ahora bien, ¿qué sentido tienen los híbridos enchufables?
Híbrido e híbrido enchufable no son lo mismo
Si recuerdas cuando te lo explicamos detenidamente en otra ocasión, el sentido fundamental de un coche híbrido es reducir el consumo. De manera muy breve y simplificada, ten presente que un coche híbrido es un automóvil en el que se combinan dos o más motores alimentados con diferente tipo de energía, y ambos participan en el movimiento de las ruedas.
Aunque hay diferentes tipos de coches híbridos, en general cuando hablamos de híbrido nos referimos al coche híbrido eléctrico, que junta en un mismo coche un motor de combustión interna, es decir de gasolina o gasóleo, con un motor eléctrico más eficiente. En un coche híbrido la electricidad para el motor eléctrico se obtiene durante el funcionamiento, en lo que se denomina frenada regenerativa.
Entre otras estrategias, pero principalmente por esto, un coche híbrido desaprovecha menos energía y consigue reducir el consumo entre un 30 y un 35 % con respecto a un coche similar convencional. Hay quien podría argumentar que su objetivo es conseguir más potencia con un motor de combustión más pequeño y menos potente. En el fondo es decir lo mismo, pues recurrir a un motor más pequeño y menos potente implica buscar un consumo menor de combustible, y se compensa la potencia que le faltaría con la que aporta el motor eléctrico añadido.
La diferencia sustancial entre un coche híbrido y un híbrido enchufable es, como el propio nombre indica, que el primero no se enchufa nunca, y el segundo sí se puede enchufar a una toma de corriente para recargar la batería del sistema eléctrico, y no depender solo de la frenada regenerativa para poder tener energía con la que moverse en modo eléctrico.
Hibrido enchufable: reducir consumo y emisiones, aún más
¿Cuál es entonces el sentido fundamental de un coche híbrido enchufable? Pues reducir todavía más el consumo y las emisiones del coche con respecto a un coche convencional y a un coche híbrido no enchufable, al menos teóricamente.
Las poco a poco cada vez más restrictivas normas anticontaminación en el transporte, para mejorar la calidad del aire en las ciudades, como por ejemplo la norma Euro 6, el intento de reducir, o al menos contener, las emisiones de dióxido de carbono de los diferentes sectores productivos y actividades, y en particular del sector transporte, y la búsqueda de la mejora en la eficiencia energética en un planeta cada vez más poblado, imponen ir reduciendo progresivamente el consumo y sobre todo las emisiones, con límites poco a poco inferiores, que deben cumplir los fabricantes.
Un coche híbrido enchufable puede reducir el consumo, y por tanto también las emisiones, alrededor de un 65 a un 75 % con respecto a un coche convencional similar. Así podemos encontrar coches híbridos enchufables de gasolina que prometen consumos combinados de entre 1,5 y 2 litros a los cien, cuando un coche convencional podría estar entre 5,5 o 7,0 l/100 km.
Claro que esto es en teoría. Los consumos y emisiones de los coches que nos indican los fabricantes son los que estipula la normativa. En este caso hay un procedimiento de homologación de consumos, en unas determinadas condiciones, iguales y reproducibles para todos los fabricantes y modelos, que arroja unos consumos. En Europa es el conocido como ciclo de homologación NEDC. Lo que sucede es que el consumo en condiciones reales de un coche suele ser algo mayor que el consumo según el ciclo de homologación.
Así que conviene tener presente que en los coches híbridos enchufables el consumo tan bajo que nos prometen no siempre se puede conseguir, pero tampoco es imposible. Hay que tener en cuenta que podemos utilizar un coche híbrido enchufable de maneras muy diferentes: desde un coche casi completamente eléctrico, enchufándolo para recargar la batería en cada ocasión que se nos presenta, hasta un coche híbrido al uso, sin enchufarlo en ningún momento.
La autonomía exclusivamente eléctrica homologada de un coche híbrido enchufable suele estar alrededor de los 50 km de media, aunque según cómo conduzcamos y por dónde (no es lo mismo ciudad que autopista), la real puede ser algo inferior. Piensa en ello: suponiendo que recorremos los primeros 100 km desde que salimos del garaje, recién cargada la batería, podríamos circular 50 km con electricidad, sin consumir ni una gota de gasolina, y después otros 50 km consumiéndola, de esta manera es lógico que el consumo de gasolina durante esos 100 km sea menor.
Ahora bien, una vez consumida la energía eléctrica recargada en la batería, y funcionando como un coche híbrido convencional, el consumo de combustible aumentaría. La situación inversa también se puede dar, como han demostrado los usuarios del Chevrolet Volt en Estados Unidos, que intentan enchufar el coche siempre que pueden para circular cuantos más kilómetros mejor en modo eléctrico, y consumir lo menos posible la gasolina del depósito, haciendo del orden de 1.448 km por depósito (que es pequeño, de tan solo 35 litros), consiguiendo consumos incluso inferiores a los de la homologación.
Entrar en el centro de la ciudad, sin restricciones
No debemos olvidar otras dos ventajas que dan sentido al coche híbrido enchufable. Una es el placer de conducir en silencio con una respuesta del acelerador inmediata, y siempre con total suavidad y comodidad. Aquí podemos encontrar sentimientos y opiniones enfrentadas entre los que prefieren un motor que haga ruido y uno que apenas lo hace, y ya se sabe, es una cuestión de gustos personales.
La otra es que circulando en modo eléctrico se puede acceder al centro de las grandes ciudades, aunque existan restricciones al tráfico de automóviles, sean estas permanentes o transitorias, pues en ese momento el coche se comporta como un vehículo de cero emisiones locales. En Londres por ejemplo estas restricciones son permanentes, y si se quiere circular por el centro de la ciudad, atascado y contaminado por tanto tráfico, hay que pagar un peaje bastante elevado... o tener un coche eléctrico o híbrido enchufable.
En España aún no hemos llegado a esa situación, pero obligados por las normas de la Unión Europea, y superando los límites de contaminación del aire, algunas grandes ciudades han estudiado diferentes opciones para intentar paliar la contaminación, y entre otras, y la que más sentido tiene, nos guste o no, es que circulen menos automóviles por la ciudad, llegando a restricciones de acceso al centro en los días con mayor contaminación, como puede ser el caso de Madrid. Pues bien, si tienes un coche de estos te libras y podrías acceder.
Viajar, aunque sea con gasolina
Hay más aspectos en los que un coche híbrido enchufable se hace valer. Comparado con un coche exclusivamente eléctrico, y al menos por el momento, ofrece una ventaja importante: basta con un solo coche para cubrir todas las necesidades de cualquier conductor o familia: se puede circular por ciudad y alrededores en los desplazamientos diarios en modo eléctrico, y a la vez se pueden hacer viajes, no importa lo largos que sean, pues no se depende de una autonomía limitada, ya que se utilizaría el motor de combustión interna.
Esto mismo permite no ser tan dependiente de una infraestructura de recarga pública todavía bastante irregular y en ocasiones deficiente. La utilización de un coche eléctrico implica muchas veces la planificación de la ruta, y prever un punto de recarga intermedio para recuperar suficiente autonomía como para poder volver.
En un coche híbrido enchufable, pase lo que pase, esté ocupado el punto de recarga, o incluso aunque esté inoperativo, siempre se puede realizar la vuelta con el combustible del depósito, o de cualquier gasolinera de las que hay tantas, y el motor de combustión.
Pero tampoco todo son ventajas
Un coche híbrido enchufable parece por tanto una buena opción para tener un coche dos en uno, eléctrico y de gasolina (o gasóleo), y tanto para ciudad y desplazamientos cortos, como para viajes largos. Además, mientras tanto sigue avanzando la electrificación del automóvil, parece que también es un buen paso intermedio de transición entre el coche de combustión con el que llevamos más de siglo y medio, y el coche eléctrico del futuro.
Sin embargo esto de tener dos coches en uno implica también una mayor complejidad técnica del automóvil, teniendo por un lado un motor de combustión con su caja de cambios y su depósito de carburante, y por otro un motor eléctrico, su batería y su sistema de carga.
Esto significa que el coche pesa más, que puede perder algo de espacio debido a que se tienen que alojar más componentes (lo más habitual es que se reduzca algo el volumen del maletero), que sigue siendo necesario realizar el mantenimiento periódico del motor de combustión y sobre todo que el precio de compra de un coche híbrido enchufable es superior al de uno convencional (e incluso al de un coche eléctrico).
Es cierto que un coche híbrido enchufable disfruta en algunos países, también España, de ayudas a la compra, entre 2.700 y 3.700 euros, y también es cierto que si uno se planifica bien, se pueden tener consumos de combustible bajos, a costa de pagar algo por la electricidad gastada, y reducir ligeramente los costes de uso por kilometraje.
A pesar de esto, el precio de compra sigue resultando elevado para la mayoría de los consumidores. Podemos poner como ejemplo el Volkswagen Golf GTE, la versión híbrida enchufable de uno de los coches más vendidos en España: su precio de tarifa, antes de descuentos y ayudas a la compra, es de 40.090 euros, aunque es verdad que es una versión deportiva, de 204 CV, cambio automático y muy equipada, no sería justo no decirlo, pero sigue siendo bastante dinero el que hay que desembolsar.
La autonomía eléctrica de la que antes hablábamos, unos 50 km homologados de media, también puede jugar en contra de los coches híbridos enchufables, pues a algunos usuarios les puede resultar escasa, sobre porque conducir en modo eléctrico engancha a muchos conductores (e incluso a algún piloto, que llegó a reconocérmelo en persona en cierta ocasión).
Es más, los avances y progresos que estamos viendo en la autonomía de los coches eléctricos, como con los nuevos Nissan LEAF de 250 km, BMW i3 de 300 km y Volkswagen e-Golf de 300 km, o los futuros y no muy lejanos Chevrolet Bolt y Tesla Model 3, de alrededor de 400 km, así como otros modelos que se anuncian para entre 2018 y 2020, con autonomías sobre los 500 km, van a suponer una mejora notable en las posibilidades de uso de los coches 100 % eléctricos, permitiendo que más gente se decida por uno, y complicando las cosas a los coches híbridos enchufables. Veremos qué sucede dentro de unos años (puede que al final sean menos de diez).
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La noticia ¿Y si los coches híbridos enchufables son la mejor opción de los próximos 10 años? fue publicada originalmente en Xataka por Ibáñez .
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