Ayer fue un día importante para la energía en España. El Consejo de Seguridad Nuclear dio el visto bueno a la reactivación de la central nuclear de Santa María de Garoña a pesar de no cumplía los requisitos que, inicialmente, se habían exigido. Aún falta el dictamen del Ministerio, pero la jugada clave ya está cerrada.
Porque, aunque parezca extraño, lo que hemos visto es una lucha gigantesca por lograr la autorización para reactivar una planta nuclear que los mismos dueños dan por hecho que nunca se volverá a abrir. Pero eso es lo de menos. Lo que se ha reactivado en realidad es toda la estrategia nuclear del país.
La batalla de Garoña
El 16 de diciembre 2012, Garoña (la central nuclear en activo más antigua del país) se desconectó. En 2015, ante la solicitud de los propietarios de la central (Endesa e Iberdrola) de reapertura, el CSN exigió una serie de reformas que mejoraran y actualizaran los niveles de seguridad.
El detalle importante estaba en que la CSN pedía que las reformas se hicieran antes de decidir si el dictamen de reapertura era positivo o negativo. De hecho, en noviembre de 2016, el presidente del Consejo se reafirmó en esta posición en el Congreso de los Diputados: el expediente estaba congelado a la espera de las reformas.
Pero ayer, como ya se venía rumoreando, el criterio del CSN cambió (aunque no por unanimidad). Garoña ya tiene el visto bueno asegurado siempre y cuando realicen las reformas y modificaciones de seguridad. Unas reformas que se valoran en más de 20 millones de euros y que no se querían hacer sin tener garantías (o que no hará en ningún caso).
Una victoria estratégica clave para la energía nuclear
Porque quizá lo más curioso es todo parece apuntar a que Garoña no reabrirá nunca. Aunque los propietarios no lo han dicho nunca, los expertos del sector dan por hecho que no tiene sentido reabrir una central antigua, pequeña y que lleva cerrada casi cinco años.
En realidad, la batalla real estaba centrada en sentar un precedente. El aval técnico de Garoña desbroza el camino para la central de Almaraz y ya se da por seguro que no cerrará en 2020 como estaba previsto.
Ni Almaraz, ni el resto de las centrales nucleares en activo (Ascó, Cofrentes, Trillo y Vandellós): Garoña era el caballo de Troya para conseguir un retraso de la edad de jubilación que va a cambiar el futuro energético del país de forma muy significativa.
El fin de un futuro sin nucleares
Desde 1984, en España existe una moratoria nuclear y esa es una de las medidas que más han marcado la historia energética de España. Y no sólo porque supuso un gasto de 6.000 millones de euros a lo largo de dos décadas. La moratoria dibujaba un escenario a muy largo plazo en el que el sistema eléctrico sería no tendría nucleares.
Como consecuencia de ese escenario, durante la próxima década, tendríamos que sustituir el 20,34% de la producción bruta del sistema eléctrico. O, lo que es lo mismo, a realizar una apuesta sin precedentes por las renovables para cumplir, a la vez, los acuerdos climáticos sin caer en el desabastecimiento.
El cambio de criterio del CSN y, por extensión, del Gobierno le da la vuelta a cualquier plan que existiera. Sobre todo, porque la extensión de las nucleares se plantea como una posibilidad que no se definirá hasta dentro de 5 ó 6 años. Es decir, ayer no sólo cambió el "futuro energético" del país, sino que se dejó tan abierto que nadie está seguro de hacia dónde vamos.
Imágenes | RTVE
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La noticia Lo que significa la reapertura de Garoña para la energía nuclear y las renovables fue publicada originalmente en Xataka por Javier Jiménez .
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