Estamos en 1999. Esperamos a que sean las seis de la tarde para conectarnos a Internet a través de nuestros módems de 56 Kbps, maldecimos a la llamada telefónica que nos corta la conexión. En la tele, Mendieta acaba de marcar un gol increíble y quizás lo hemos grabado en VHS. Los suertudos que tienen un móvil juegan al Snake. Encarta, videoclubs, discmans, disquettes y cámaras de carrete. En ese contexto tecnológico, aparece Terra. Durante un tiempo, decir "Terra" en España, como en otros países de habla hispana, equivalía a decir "medio Internet". Lo que hoy puede ser decir "Google" o "Facebook". Quizás más, de hecho.
Para remontarse a los orígenes de Terra hay que ir a 1996 para llegar a Olé, cuyo folklórico nombre no era otra cosa que las siglas de Ordenamientos de Links Especializados. Olé fue el primer buscador web disponible en castellano. Desde el dominio Ole.es, hoy inactivo, se convirtió en una de las referencias de Internet hispano desde el día de su apertura, el 1 de enero de 1996. Su principal impulsor fue Pep Vallés, un hombre que acabaría convirtiéndose en una de las figuras más destacadas de la historia digital en España.
Gerente a los 17... y Olé
El historial de Josep Vallés Rovira -su nombre completo- en el mundo de los negocios comenzó cuando su padre lo colocó de gerente de su gimnasio a los 17 años. Paralelamente, aprendía a tocar el piano y estudiaba Derecho. La jugada no salió mal, todo lo contrario: suya fue la idea de añadir más piscinas y pistas de squash, el deporte de moda de la clase media acomodada a finales del siglo pasado, y con su gerencia los números rojos se convirtieron en negros. Pasó de tener unas pérdidas de cien millones de pesetas (600.000 euros) a la misma cifra... en beneficios. Con aquella experiencia, Vallés se lanzó al mundo de los negocios. "Negocios" en general. No era un apasionado de ninguna mercancía concreto, lo suyo era vender cualquier cosa.
Pep Vallés fue quien ideó la creación de Olé, lo cual le acabaría trayendo muchos millones... y problemas judiciales
Así, tras unos años en los que supo antes de la filosofía del sembrador que de las aurigas de Platón, con una buena experiencia a sus espaldas pese a rondar los veinticinco años, pasó a vender camiones. Se convirtió en jefe de una empresa que operaba en el sur de Barcelona y, aunque no le fue tan bien, aprovechó para abrir una discoteca en la capital catalana, Studio 54, cuya web sigue abierta y es un viaje al pasado. También montó un túnel de lavado de coches. De ahí se marchó a Guinea Ecuatorial a seguir vendiendo camiones, y ante el cierre de las puertas del éxito, decidió pivotar: cualquier cosa menos volver a España de vacío. Pasó a vender productos farmacéuticos por los que recibía a cambio café y cacao, que luego revendía. Sangre de comerciante.
En 1992, con 29 años, decide volverse a Barcelona. Un matiz importante: todavía no tenía ni idea de informática, ni mucho menos de Internet. No obstante, su experiencia comercial, su poder de convicción y su buena malla de contactos le valieron para que el entorno de la Generalitat Catalana se interesase por él. Concretamente fue la Fundació Catalana per a la Recerca (Fundación Catalana para la Investigación, FCR), una entidad de patronazgo mixto público y privado (Generalitat Catalana, Gas Natural, La Caixa, Ibercaja y... Telefónica I+D, entre otros), fue la que le fichó como director comercial para vender su nuevo proveedor de acceso a Internet, Cinet, quien firmó suculentos contratos públicos en los años posteriores. Vallés, que como decíamos no estaba ducho en bits y bytes, fue destinado tres meses a Estados Unidos, país más avezado en entornos digitales que España, con todos los gastos pagados. Y aquí llegamos al germen de Olé.
Junto a su jefe, José Gaspa Rovira, dio forma al portal Olé y lo presentó a la Fundació en el momento perfecto: Yahoo! estaba comenzando su escalada vertical en Estados Unidos. El hype viene de lejos. La FCR dio el visto bueno a la creación y acordó los términos con los dos padres de la idea: se les reconocía la propiedad de la misma y se les otorgaba el derecho a recuperar su propiedad cuando el proyecto estuviese finalizado a cambio de que FCR obtuviese los derechos de utilización del proyecto. Con un millón de pesetas (6.000 euros, algo menos de 10.000 si ajustamos por inflación) y el acceso a los equipos informáticos de la FCR, Olé fue tomando forma.
Polémica e información privilegiada
El nacionalismo catalán representado en les Corts no veía con buenos ojos que una entidad entre cuyos patrones tenía a la Generalitat hubiese creado un producto llamado "Olé" (demasiado español), que además estaba únicamente en castellano. Durante el verano de 1996, Esquerra Republicana y el PSPC pidieron a Macià Alavadra, conseller de Industria, una comparecencia para ser cuestionado por este motivo. Alavedra no pudo hacer gran cosa y ordenó a la FCR que se deshiciera de Olé. Ahí empezó el calvario para muchos.
Por apenas 200.000 pesetas, la Fundació devolvió la titularidad de Olé a Vallés y Gaspa, quien poco después se harían millonarios gracias a su reventa. Las operaciones continuaron desde el sótano de la madre de Vallés, ya que la guardería que había montado allí no tuvo tanto éxito en una época en la que la tasa de natalidad había bajado más de un punto en quince años, tocando mínimos históricos.
El nacimiento de Olé marcó por completo el devenir de Terra con demandas y renuncias masivas al proyecto
Olé empezó a tomar una forma más completa y compleja empezando a parecerse cada vez más al Yahoo! o al AOL que triunfaban en Estados Unidos: la página era cada vez más completa en información y servicios. Tenía chat, noticias de agencia (Europa Press), correo electrónico (¿recuerda al mítico MixMail?), o un buscador, que más que un motor de búsqueda era un directorio de webs clasificadas por categoría. Sus cuentas iban engordando en la misma medida que sus fundadores buscaban la forma de que el Estado no se llevase los impuestos correspondientes, así que comenzaron a hacer ingeniería fiscal: una sociedad en Bélgica, Odisea Holding, participaría a otra sociedad domiciliada en Luxemburgo, Infosearch Holding, propietaria de un Olé que iba haciéndose cada vez más popular en la boyante red española esperando a que algún gigante la terminara comprando. Justo lo que ocurrió.
Aquí, un nombre nuevo: Martín Velasco. Era el consejero de Amper, una compañía controlada por Telefónica que inició conversaciones con Vallés para la compra de Olé. Cuando se enteró de dichas conversaciones, pensó en subir la operación de nivel y sacar tajada de ello: habló con Juan Villalonga, entonces presidente de Telefónica (hoy trabaja para Virgin y flirteó de nuevo con telecos españolas cuando tuvo acercamientos para comprar Yoigo), y le propuso que fuese la teleco la que comprase Olé. Al mismo tiempo, entró en Infosearch como accionista y fue haciendo espacio en su billetera. Concretamente, casi 2.000 millones de pesetas.
Bye Bye Telefónica.doc
Terra ya existía como proyecto en desarrollo desde que Telefónica puso 1.500 millones de pesetas sobre la mesa para que 40 empleados fuesen dando forma a su propio portal de contenidos a través de Teleline, su servicio de acceso a Internet. Durante esos mismos meses, Cinet fue vendido a Retevisión, otro histórico de las comunicaciones en España, por 400 millones de pesetas. Por supuesto, Olé ya no tenía nada que ver con ellos. Martín Velasco, el hombre que sabía demasiado, abandonó Amper justo a tiempo, dos meses antes de que Olé fuese vendida a Telefónica por 3.000 millones de pesetas y el 8% de las acciones de Terra.
Esta compra sentó muy mal al equipo que llevaba dando forma a Terra desde septiembre de 1998. Nacho Palou fue uno de ellos, que recuerda cómo todo lo que habían hecho fue prácticamente descartado para que Olé fuese el portal escogido. Como tantos otros, Nacho venía de IDG. "Éramos unos diez más o menos que pasamos a trabajar en Telefónica". En mayo de 1999, cuando Terra ya estaba lista para salir, la gran mayoría del equipo que había trabajado en ella hasta entonces decidió marcharse por el malestar ocasionado por la elección de Olé, como nos cuenta Palou.
Antonio Sáez, líder de aquel equipo, fue uno de los que peor encajó la decisión y abanderó la marcha de la compañía. Convenció a Martin Varsavsky para que diese luz verde a un proyecto muy similar -portal de contenidos y entretenimiento- bajo el paraguas de Jazztel, la compañía que había fundado. Luego tuvo lugar una reunión en La Moraleja entre Varsavsky y unas veinticinco personas, las mismas que querían abandonar Telefónica. La gran mayoría lo hicieron tras firmar una carta de renuncia que iba circulando por los ordenadores de la plantilla con el nombre Bye bye Telefónica.doc. La recibían, la imprimían, la firmaban, y la entregaban. De aquellas renuncias nació, meses después, Ya.com. Hoy, la mayoría de sus miembros forman parte de un grupo privado de Facebook en el que de vez en cuando comparten recuerdos.
"Telefónica aún me debe un jamón"
En 2017, tanto Ya.com como restos de otras operaciones -el mítico MixMail, por ejemplo- redirigen a la web de Orange, síntoma de cómo terminó la historia. En Telefónica quedaba Olé integrado como el buscador de Terra, pero poco después desapareció todo rastro su marca original. La que se impuso fue fruto de la decisión de que el nombre saliese de un concurso interno durante el invierno de 1999. El ganador sería recompensado con un jamón. Cosas de los noventa, no pregunten.
Los miembros del equipo fueron dando sus listas con las ideas y por consenso se iban impulsando unas y descartando otras que estuvieron cerca de salir, como Aliseus, una adaptación de los vientos aliseos, o Muchamiel, coincidente con el nombre castellanizado de un pueblo alicantino, Mutxamel. "La sonoridad de la m hará que sea perfecta para usarse tanto en España como en Latinoamérica", se decía entonces. Pero Terra fue la opción escogida, y Álvaro Ibáñez fue quien la ideó, aunque para cuando se anunció la elección él ya estaba, como tantos otros, en Ya.com. "Y por supuesto, el jamón ni lo vi", recuerda hoy Álvaro entre risas. "El nombre salió de una enciclopedia astronómica, y encajó bien". La elección final dependía del departamento de marketing corporativo de Telefónica, en el edificio de Gran Vía. Una agencia de Miami, Future Branding, se encargó de dar forma al logo.
Con el nombre escogido, era hora de ir a por el dominio. Primer problema: era propiedad de una ONG catalana ecologista. Ahí es cuando aparece, de nuevo, Vallés, quien asegura que tiene contacto con ellos y puede intermediar para llegar a un acuerdo. "Y si no, pues teníamos a Telefónica detrás, por dinero no iba a ser", nos cuenta Álvaro, que sigue riendo. Al final se acordó que Telefónica se hacía cargo de la compra de Terra.org y lo intercambiaba, con una suma de dinero adicional, por el dominio de la ONG. Terra.org sigue siendo hoy en día el dominio de esa ONG.
Mientras tanto, en los juzgados, Villalonga quedó señalado, en particular por el diario El Mundo, como culpable de haber utilizado información privilegiada en una operación que convirtió en millonarios a varios de los implicados, especialmente a Martín Velasco. La investigación se prolongó durante años y salpicó también a la Fundació, ya que su director, Josep Antoni Plana Castellví, fue acusado de apropiación indebida por haber malvendido el portal que se gestó con dinero público al considerar que lo hizo con la autorización de la Generalitat Catalana. Así y todo, el fiscal sí matizó que la venta fue "irregular, escasamente documentada e incorrectamente contabilizada", además de que el permiso del patronato de la FCR fue otorgado de forma verbal, y no de manera formal. La operación de venta a Telefónica sí fue investigada por delito fiscal y los implicados fueron imputados. El caso acabó siendo archivado.
Terra también compró más empresas por el camino, aunque no fueran tan sonadas, en lo bueno y en lo malo, como la de Olé. Se hizo con Infosel, Gauchonet, Donde o ZAZ, todas latinoamericanas. España nunca fue el límite y siempre se trató de tener una presencia fuerte en todo el continente americano.
Para el recuerdo también queda una anécdota: Telépolis, otro portal que nació en 1995 pero del que hablaremos mejor después, fue el encargado de hacer una página web en Flash para Telefónica sobre el Mundial de Fútbol de Francia 1998. La web salió tan bien y fue tan espectacular y exitosa que, una vez finalizado el evento, Telefónica decidió fichar a varios miembros de Telépolis, que se incorporaron al equipo que acabó formando Terra.
LleganlosproblemasaTerra.com
Por si no fuera suficiente con la fuerte polémica que trajo la operación de venta de Olé a Telefónica, que a la postre acabaría generando la Terra que conocimos, las compras infladas por las expectativas precias al pinchazo de la burbuja puntocom no se detuvieron. Villalonga también decidió comprar Lycos -otra de las webs más visitadas en multitud de países- en vistas a potenciar aún más Terra y convertirlo en el portal líder para la comunidad latina de Estados Unidos. No pudo salir peor. La compra se hizo por 12.500 millones de dólares y cuatro años más tarde fue vendido por 94 millones de dólares, el 0,75% de lo que costó.
Tras la compra, Telefónica puso un fuerte empeño en que Terra saliese a bolsa, incluyendo una intensa campaña en medios con un anuncio de televisión para que los ciudadanos invirtiesen en su OPV. Como se puede ver en el vídeo, había una particularidad: no se hablaba de retornos, de cifras puras y duras, como era habitual en otros anuncios de inversiones de la época. Allí se hablaba, con flamenquito de fondo y parejas -heterosexuales, claro- radiantes y felices, de algo más etéreo, menos tangible: "invertir en Terra es invertir en Internet, es invertir en el futuro". Y media España quiso comprar, hasta el punto de que se tuvieron que hacer sorteos para otorgar participaciones en base a la inicial del apellido del interesado.
El anuncio hizo su efecto. En el canal #bolsa del IRC hispano era el monotema y nadie ponía en tela de juicio la locura y entusiasmo colectivo que rodeaba a la compañía. Daba la sensación de que si había algo de locos era no comprar acciones.
17 de noviembre de 1999: Terra sale a bolsa. Expectativas, furor. En las oficinas de todo el país había uno, dos o quince expertos en bolsa de la noche a la mañana. Todo el mundo atento a la radio, a la televisión, elucubrando sobre la salida y haciendo cábalas para destinar parte de los ahorros, cuando no todos, a asegurarse un mañana millonario. La acción abrió a 11,81 euros y alcanzó los 157,6, valor con el que se convirtió en la mayor subida bursátil en un mismo día de la historia. En enero, entró en el IBEX 35. Pasan los meses, se llega a la primavera del año 2000. Todo sigue igual: Terra subiendo, en un trimestre la revalorización superó el 1.000%. Pero en abril, lluvias mil, y Terra sacó el paraguas. Las noticias que llegaban de Estados Unidos no eran buenas: los valores tecnológicos estaban en crisis, lo cual provocó el hundimiento en Bolsa de Terra.
Mañana de resaca
Tras aquella Semana Santa, los accionistas de Terra comenzaron su penitencia. La acción nunca dejó de caer, pero todos esperaban un repunte que nunca llegó antes de tener que vender sus títulos y asumir las pérdidas. Cada borrachera tiene su resaca y la OPV de Terra fue la madre de todas las cogorzas. El tiempo siguió pasando de la misma forma y, año y medio después, en septiembre de 2001, con las Torres Gemelas recién atacadas, las pérdidas bursátiles de Terra ascendieron a 41.350 millones de pesetas.
Tras el pinchazo de las *puntocom* en Estados Unidos, el valor de las acciones de Terra comenzó a desplomarse
A finales de mayo de 2003, dos años después de que la burbuja se pinchara, Telefónica presentó una oferta por el 100% del capital de su filial. Terminó pagando 5,25 euros por acción. Dos años después, ante la fusión con la gran teleco, Terra dejó de cotizar. Muchas familias y pequeños inversores tuvieron que hacerse a la idea de que habían perdido mucho dinero. Todavía hoy aquello supuso la lección más dura de sus vidas para muchos que vieron una oportunidad de hacerse de oro en poco tiempo sin tener conocimientos, información ni contactos como para pensar que la jugada les iba a salir bien.
Con este suceso, Terra se convirtió en el mejor ejemplo español de lo que supuso la "burbuja puntocom". Las expectativas fueron demasiado elevadas: en 1999, Terra era una máquina de perder dinero y, en el mejor de los escenarios -si su plan de negocio salía adelante como planeaba-, no hubiese logrado beneficios hasta 2003. Lustros después, hay quien todavía no se explica cómo llegó a generar un interés tan descomunal lo que con el tiempo fue un simple portal web que con cada mes que pasaba iba teniendo más usuarios potenciales, pero también más competencia. Era una época en la que la mayoría de la sociedad tenía déficit de información sobre la informática e Internet y en los telediarios se decían tropelías que ningún redactor o editor atinaba a corregir. "Los jóvenes ya no hablan español, hablan HTML". Naturalmente, no era algo exclusivo de España.
Una de las personas en las que cuajó aquella campaña mediática para invertir en Terra fue Paco Lodeiro, que en ese momento solo tenía quince años, y nos cuenta cómo recuerda lo que ocurrió en su casa:
"A mí la bolsa me interesaba desde que tenía diez u once años, y cuando vi aquel anuncio, y cómo se hablaba en los telediarios... me quise lanzar. Intenté hacerlo bien, informándome, leyendo revistas profesionales. Todas decían que esas compañías eran el futuro, que tenían muchísimo potencial. Ahora, que ya me he formado, sé que en vez de hacer una función crítica, esos medios eran animadores de las cotizaciones. Mucha gente como yo, que entonces tenía quince años, caímos embaucados por las expectativas de ganar mucho dinero en poco tiempo. Eran bonitas, pero sus fundamentos no eran sólidos."
Paco convenció a su madre para que invirtiese en Terra. Ella, "que es una persona prudente y sensata", solo metió una pequeña parte de los ahorros. Cuando las acciones subían, Paco se arrepentía de que no hubiese invertido más y se sentía "el rey, el mejor inversor del mundo; y cuando caía pensabas que ya subiría otra vez". La recuperación no llegó y, gracias a la prudencia de su madre, las pérdidas fueron asumibles.
Terra como germen
Si nos ceñimos a Terra como portal, y a su gente como los profesionales que formaban parte de la plantilla que creó al histórico de Internet en España, dejando fuera a los conflictos judiciales por el caso Olé, estamos frente al germen de los medios nativos y los negocios digitales de toda índole en España. Así lo recuerda Juanjo Amorín, que se incorporó a Terra con solo 23 años y se convirtió en Director de Contenidos tanto para España como para Latinoamérica. Para él, aquello sentó las bases del periodismo digital nacional.
Terra creó un tejido empresarial alrededor de la comunicación y los contenidos digitales. Con ella crecieron plataformas de comercialización, proveedores de tecnología... Fue el motor para la creación de todo un ecosistema de compañías y profesionales que ofrecían sus servicios en el mundo digital. De eso apenas se habla, y es de una importancia capital. Una empresa de Telefónica fue la que activó en 1999 a toda una industria digital. Y hay que valorar lo que supuso aquello. Gente que estuvo en Terra hoy es la que ocupa puestos de responsabilidad y dirección tanto en medios como en otros negocios digitales. Es gente muy cualificada que por azares del destino se reunió entre 1999 y 2007 y trabajó conjuntamente. El capital humano y de talento que había ahí es difícilmente superable. Se dieron las circunstancias, la suerte de que una gran empresa quiso crear un modelo similar al de AOL en Estados Unidos. Es muy difícil que algo así se repita, con tanta gente involucrada. Fue un punto de inflexión.
Amorín se siente orgulloso de su trayectoria en Terra: no abandonó Telefónica hasta 2007 y considera que fue una adelantada a su tiempo. "Una década adelantada, de hecho". Terra, de hecho, quizás cayese por su propio peso: quiso adelantarse tanto que quizás la comunidad de usuarios de Internet no estaba lista aún. Fue la primera en varias actividades y propuestas online: en retransmitir partidos de fútbol por streaming, en poner música online, en dar la opción de ver series y películas a sus usuarios, en permitir subir fotos a la web, en obtener una acreditación como medio digital para cubrir, 40 cámaras mediante, unos Juegos Olímpicos y dos Mundiales de fútbol... Incluso el usuario podía elegir qué cámara quería ver. También se estrenó en el branded content cuando nadie hablaba siquiera de branded content.
A algo sí llegó en el momento perfecto: cuando ofreció cuentas de correo gratuitas. Los mails con dominio de Terra se hicieron muy populares, pero luego llegó con lo mismo un gigante llamado Google y además lo hizo con capacidades de almacenamiento prácticamente ilimitadas para la época, 2 GB frente a los 5 MB que ofrecía Terra (que en 2005 pasaron a ser 250 MB), los 300 MB de Lycos, o al GB de Yahoo.
El papel de Telefónica
"Sin Telefónica, hubiese sido imposible montar algo así". Amorín habla así de lo que supuso que la mayor teleco del país -y más en aquella época- estuviese detrás del proyecto de Terra. Telefónica en realidad hizo lo mismo que otras grandes telecos de medio mundo comenzaron a hacer desde mediados de los años noventa. En España de hecho tampoco fue el único caso: a otra escala, el Grupo Auna creó Eresmas, que en 2002 vendió a Wanadoo, propiedad de France Telecom.
La creación de Terra obedecía a una especie de tendencia entre las telecos, que querían tener sus proveedores de acceso a Internet y, además, ofrecer servicios que añadieran valor a la oferta: cuentas de correo electrónico gratuitas (hoy en día es difícil concebir cuentas de correo que no lo sean), foros... y un portal.
De hecho, ya había portales independientes, como el extinto Telépolis, creado entre 1995 y 1996 por Eudald Domenech. Precisamente Telépolis fue comprado por Eresmas un año antes de que esta fuese adquirida por Wanadoo como decíamos arriba. Diez años después de aquella operación, Orange, propietaria a la postre de todas esas pequeñas compañías que se iban quedando por el camino venta tras absorción, decidió cerrar el portal.
El propio Domenech escribió un largo memorial de su propia creación el día de su carpetazo definitivo.
Standby y renacer
La vida tras la muerte no fue fácil para Terra, que quedó como una marca más de las que formaban parte de la Unidad de Negocios Digitales de Telefónica. El interés por su portal, especialmente por su chat, le permitió mantener una buena tendencia de interés, pero este se fue tan pronto llegó en la misma medida en que chatear pasó de ser algo que hacer con desconocidos aleatorios a tratarse de una actividad extensora de nuestra vida social en el mundo real. Brasil siempre quedó como su gran bastión, y de hecho a día de hoy sigue siéndolo, en cierta forma.
Los tiempos entre 2005 y 2012 fueron diferentes. Terra funcionó bajo mínimos, con el presupuesto muy limitado. Bárbara Martínez llegó allí como becaria en 2009 y pasó un semestre en Terra Noticias. El equipo de periodistas era muy joven y se hacía lo que se podía: "volcábamos teletipos a webs más regionales, investigábamos tendencias, redactábamos obituarios... y en general, trabajábamos como una agencia de información."
En 2012 se apostó por dar una nueva vida a Terra en España replicando el modelo que les funcionaba en América Latina. Para entonces ya estábamos en la era de Facebook, Instagram, Twitter, Google y YouTube acaparando Internet. No obstante, Terra quiso hacerse un hueco de nuevo en el mercado español.
En 2012 se abrió el proyecto para relanzar Terra apostando en especial por lo que le había dado el éxito en Brasil: el vídeo en directo. La cosa no cuajó y duró poco más de un año
Para aquella misión se puso mucho énfasis en las retransmisiones de vídeo en directo basadas en deportes, noticias y entretenimiento. Los festivales FIB 2012 y Costa de Fuego, ambos de Benicàssim, fueron los primeros en emitirse a través de la nueva vieja plataforma. Algunas ligas de fútbol europeas de bajo calado también cedieron sus derechos a Terra, pero el nicho de personas que se sentaban frente a un ordenador para ver partidos de fútbol de la liga belga o ucraniana es más bien reducido, por mucho que en la nota de prensa enviada en el mes de junio, hace ahora cinco años, subrayasen que había "jugadores y entrenadores españoles". Algo más ambicioso fue el despliegue para cubrir los Juegos Olímpicos de Londres. No obstante, Terra no volvió a hacer demasiado ruido.
El proyecto llegó con Yago Castillo como Country Manager en España. Según él mismo reconoció en una entrevista con Territorio Creativo, la idea fundamental era "pasar de ser un portal de Internet a un medio de comunicación". Castillo venía con casi quince años de experiencia en negocios en Internet, con cargos en empresas como Páginas Amarillas, Vocento o Microsoft. En 2015 fichó por Jobandtalent. Hoy, dos años después de aquel cambio, Terra es la única empresa de renombre en la que ha trabajado pero que se queda fuera de su biografía de Twitter, donde sí figuran sus cinco empresas anteriores aparte de la actual, Publiespaña. Intentamos contactar con él para este reportaje sin obtener respuesta.
De su intención "reposicionar la marca Terra como medio destacado en España", como explicó en una entrevista a El Confidencial, no quedó gran cosa. Juanjo Amorín, de quien hablamos en su primera etapa en Terra, volvió a Telefónica, aunque admite que aquel retorno fue "una cuestión más emocional que racional".
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El despliegue fue mayúsculo, y se volvió a notar el músculo financiero a la hora de contar con recursos para sacar adelante el medio. La oficina de redacción de Terra se estableció en un edificio espectacular equipado con última tecnología cercano a la plaza de toros de Las Ventas, en Madrid. Aquí, una anécdota: el edificio cerraba los fines de semana, pero Terra necesitaba también tener acceso a él sábados y domingos, así que aparte del abultado alquiler mensual que tenía que pagar por su oficina, también tenía que abonar el alquiler del edificio entero durante los fines de semana.
El modelo brasileño, de *real-life journalism* y emisiones en directo como dogma, no funcionó como se esperaba
"Uno de los problemas que complicaron el proyecto fue que se quiso hacer el periodismo que funcionaba en Brasil, pero no en España". Habla una fuente que estuvo trabajando en Terra en esa etapa pero bajo la condición de preservar su anonimato. "Se potenciaba el vídeo en directo de cualquier cosa. Una vez un autobús atropelló a una señora bajo la oficina y ahí bajamos corriendo a hacer el directo. Muchos temas y enfoques se hacían porque las directrices venían de Brasil, pero en España eso no funcionaba. También quisieron impulsar la plataforma de música en streaming. Eso en Brasil tenía sentido porque aún no existía Spotify allí, pero en España...". Sobre si mantener la marca de Terra fue un acierto o no, tiene claro que hubiese sido mejor un rebranding: "en 2012 nadie se acordaba ya de Terra".
Para Amorín, que tuvo unas palabras de recuerdo y homenaje a Terra en su perfil de LinkedIn, es ilógico elucubrar sobre si fue acertado o no. "En su momento hubo un debate sobre si hacer rebranding o no. "Terra" como marca sonaba vintage, como el que lleva hoy unas Adidas diseñadas hace 50 años. Pero no podemos especular sobre eso ahora, no tiene sentido". Quizás con un plan de marketing más potente hubiese llegado mejor. Nunca lo sabremos. Así y todo, Amorín no reduce al rebranding su posible éxito o no: "las circunstancias ya eran totalmente distintas, no era como en 1999, ya había muchísimas más opciones para informarse o entretenerse. Terra estuvo años muy parada y luego se apostó por ella para hacer contenidos de calidad", concluye.
Conforme pasaron los meses, en la redacción saltaron algunas alarmas: toda la publicidad mostrada en la web era de productos de Telefónica. Los banners, los pre-rolls... mostraban campañas de Moto GP y Movistar o de Tuenti. No había un despliegue comercial real que diese un retorno a la inversión. Apenas un año después de la puesta en marcha, los malos presagios se confirmaron y comenzaron los despidos, que dejaron a Terra sin el lugar que quería retomar en España.
La apuesta quedaba limitada de nuevo a Latinoamérica, siendo Brasil su mercado fuerte... hasta que dejó de serlo. Los tiempos cambiaron. MSN Messenger dejó de ser usado, MySpace dejó de ser usado, Yahoo dejó de ser usado... y le llegó el momento a Terra en Brasil, que en 2015 anunció despidos en bloque.
Y así llegamos al día de hoy, 30 de junio de 2017, el fin del último reducto de Terra en la web. Su web brasileña oficializó el cierre de las cuentas de correo que aún pudiesen estar en uso. Los dominios de Terra .com, .com.ar, .cl, .com.mx, .com.pe, .com.ve y com.ec han sido descontinuados y con ellos se termina el camino de una marca pionera que marcó una era y ha dejado miles de simbolismos y pequeñas historias.
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La noticia Réquiem por Terra: vida, gloria y muerte del primer gigante de Internet en España fue publicada originalmente en Xataka por Javier Lacort .
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