Publicado originalmente en Magnet
A finales de los años cuarenta Mikhail Kalashnikov culminaría la obra armamentística definitiva: el AK-47. Incorporado rápidamente por la Unión Soviétiva y más tarde por una extensa pléyade de ejércitos y facciones revolucionarias, el rifle se convertiría en un éxito inmediato. Ligero, efectivo, resistente y muy barato, lograría revolucionar el arte de la guerra y se convertiría en un símbolo indeleble del siglo XX.
Setenta años después, Kalashnikov lo quiere volver a hacer.
¿Cómo? Mediante el KUB-UAV, un pequeño drone capaz de volar a 130 kilómetros por hora y de transportar hasta tres kilos de carga explosiva. ¿Su secreto? Es deshechable. O lo que es lo mismo: es un kamikaze, un dispositivo suicida que permite a cualquier ejército operarlo a más de 60 kilómetros de distancia. Localizado su objetivo, el drone cae sobre él. Y cuando contacta, explota.
¿Es nuevo? Sí y no. Estados Unidos lleva operando drones como el MQ-1 Predator desde mediados de los noventa (en ocasiones, como en Yemen, dependiendo casi en exclusividad de ellos). Al igual que el KUB-UAV, aquellos también se pilotan de forma remota. Sin embargo, son más sofisticados, complejos y difíciles de producir. Su abanico de opciones armamentísticas es más amplio.
¿Qué cambia? El concepto. El KUB-UAV de Kalashnikov se parece más a un drone doméstico que a uno de combate. Sus dimensiones son también mucho más reducidas (120 centímetros de alto por 90 de ancho: el tamaño de una mesilla de salón) y su catálogo de recursos muy limitado. Simplemente explota. A cambio es más difícil de detectar por los sistemas de defensas antiaéreos tradicionales.
Para un ejército es muy útil: permite realizar operaciones quirúrjicas a larga distancia sin apenas riesgos, y a muy bajo coste.
¿Revolución? Las comparaciones con el AK-47 son inevitables. En su día, el rifle ofrecía similares virtudes, en especial para grupos revolucionarios o ejércitos poco profesionalizados que disfrutaban de pocos recursos para sostener una guerra. El Estado Islámico, sin ir más lejos, experimentó en su día con drones-explosivos rudimentarios fabricados de forma artesanal (similares en concepto al KUB-UAV).
El futuro. Es probable que similares artefactos sean desarrollados durante los próximos años. En Siria, por ejemplo, se tiene constancia de su utilización (aunque a menudo naveguen sobre una ola de misterio). Si el futuro pertenece a los drones, como parece probable, es incierto hasta qué punto lograrán igualar el legado del AK-47. Un rifle tan popular que aún hoy aparece en la bandera de Mozambique.
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La noticia De los creadores del AK-47 llega el drone suicida: el arma que aspira a revolucionar, otra vez, la guerra fue publicada originalmente en Magnet .
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