"Hay una evidencia abrumadora a favor de que la inhalación del SARS-CoV-2 representa una vía principal de transmisión del COVID-19". Por ello, "existe la necesidad urgente de armonizar los debates sobre los modos de transmisión de virus" y "garantizar las estrategias de control más efectivas y facilitar una guía clara y consistente a la opinión pública". Con estas palabras, arranca la carta que Kimberly Prather y otros cinco colegas acaban de publicar en la prestigiosa revista Science.
Desde hace meses, la polémica científica más dura de la pandemia ha sido sobre cómo se transmite el virus y las implicaciones que esto tiene en nuestros esfuerzos para combatirlo. Los científicos que creen que la vía prioritaria son los aerosoles y los que piensan que esto aún no está confirmado llevan semanas en mitad de una guerra sin cuartel a través de revistas académicas, medios de comunicación y redes sociales.
La carta de Prather puede parecer una entrega más de esta batalla y, en muchos sentidos, lo es; pero es algo más: una llamada de atención a hacer un esfuerzo por ambas partes y encontrar un 'marco de trabajo' que permita llegar a un acuerdo sobre el tema.
¿Qué dice la carta?
En el texto, los autores, expertos en el campo de los aerosoles, enfatizan la necesidad de aclarar la terminología para distinguir entre aerosoles y gotitas usando un umbral nuevo y adaptado a la evidencia disponible. Es decir, cambiar el tamaño de referencia de los tradicionales cinco micrómetros, a los 100. Según explican, "este tamaño es más eficaz a la hora de comprender el comportamiento aerodinámico, la capacidad inhalada y la eficacia de las intervenciones".
¿Por qué? Principalmente, porque mientras que las gotas de virus de más de 100 micrómetros generalmente caen al suelo en segundos, de modo que el distanciamiento físico reduce la exposición a ellas, los virus capaces de transmitirse en aerosoles (menos de 100 micrómetros) pueden permanecer suspendidos en el aire durante mucho más tiempo.
Es decir, pueden viajar mucho más de los dos metros de la distancia de seguridad. "Es mucho más probable que uno inhale aerosoles que una gota", explican los autores y piden que se preste más atención a la protección contra la transmisión aérea. Esto conlleva incidir en la necesidad de trasladar el mayor número posible de actividades al aire libre, mejorar el aire de los espacios cerrador mediante la ventilación y incrementar la calidad de las mascarillas en trabajadores de alto riesgo.
Una batalla que no lleva a ningún sitio
Antes incluso de que la carta se hiciera pública, el ruido en torno a ella ha sido enorme. Cada bando lo ha interpretado como una victoria propia. Sin embargo, hay un mensaje en el texto que no debemos dejar de lado. Es hora de "armonizar los términos del debate" y calmar la polémica recurriendo a los datos disponibles. Tener a decenas de científicos de primer nivel enfrentándose no ayuda a nadie y menos en mitad de una pandemia.
Lo que deja ver la carta es que, en realidad, los dos grupos son incapaces de ponerse de acuerdo siquiera en los términos de la discusión. Y eso es algo que debemos cambiar si queremos aprender algo del desprestigio que llevan sufriendo buena parte de las instituciones científicas desde el principio de la epidemia.
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La noticia Una nueva carta en Science recrudece la polémica sobre la transmisión del coronavirus: la "evidencia es abrumadora", pero son incapaces de ponerse de acuerdo fue publicada originalmente en Xataka por Javier Jiménez .
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