El James Webb está cumpliendo a la perfección su promesa de cambiar la forma en la que vemos el universo. Situado a unos 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, los cuatro instrumentos del observatorio espacial han apuntado varias veces a regiones cósmicas anteriormente exploradas por el Hubble, como los Pilares de la Creación y la galaxia espiral Messier 51. Ahora es el turno de una famosísima supernova.
Descubierta hace más de 30 años, SN 1987A es uno de los fenómenos estelares más conocidos. Los astrónomos tuvieron la posibilidad de registrar su aparición en febrero de 1987 en la Nebulosa de la Tarántula en la Gran Nube de Magallanes. Las observaciones anteriores y posteriores a su explosión percibida desde la Tierra permitieron, como nunca antes en la historia, estudiar en detalle la evolución de una estrella masiva.
SN 1987A desde una nueva perspectiva
SN 1987A es la explosión de supernova más cercana que hemos observado. Situada a 170.000 años de la Tierra, es una oportunidad única para seguir descubriendo el universo que nos rodea y sus increíbles misterios. Si bien esta ha sido observada por múltiples observatorios, entre ellos el Chandra, el NuSTAR y el Hubble, el último prodigio científico de la humanidad nos acaba de regalar una perspectiva que nunca antes habíamos visto.
Ciertamente, los datos capturados por el James Webb llegan con un montón de información científica que permitirá a los investigadores elaborar nuevas teorías sobre la la vida de las estrellas. Analicemos, no obstante, qué tiene esta imagen capturada por la NIRCam, un generador de imágenes que funciona en el espectro infrarrojo (no visible por el ojo humano) diseñado para detectar eventos cósmicos tenues.
Según explica la NASA, la composición nos muestra una serie de anillos brillantes que corresponden al gas y polvo expulsado durante la fase moribunda de la estrella que a su vez son iluminados por las ondas producidas por sus eventos finales. Uno de estos anillos se parece a un collar de perlas, y a diferencia de las imágenes anteriores, ahora podemos verlo con mayor detalle, junto a halo de luz que le rodea.
También se observan arcos de emisión rodeando al “collar”, aunque los investigadores no logran comprenderlos completamente. Se desconoce, por ejemplo, cuál es la fuente de iluminación de este material, lo que ha llevado a pensar que podría tratarse por algún tipo de choque inverso que regresa hacia el ojo de este evento cósmico. Tampoco es posible ver el remanente de la estrella, que está oculto tras su área interna.
A medida que más se observa a SN 1987A, más conceptos se desmoronan y dan lugar a nuevos. Los astrónomos creen que se originó tras la explosión de una supergigante azul. Ahora bien, hasta hace unas pocas décadas atrás se creía que solo las supergigantes rojas podían explotar. Como podemos ver, el duo James Webb y SN 1987A tienen potencial para alimentar décadas de exploración científica sobre el espacio. Imágenes: NASA
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La noticia El James Webb nos muestra a esta conocidísima supernova de la Gran Nube de Magallanes como nunca antes la habíamos visto fue publicada originalmente en Xataka por Javier Marquez .
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