Esto no va a sorprender a nadie: los atascos son un problema descomunal El tráfico costó 160.000 millones de dólares solo en EEUU. 42 horas de viaje más y 960 dólares de combustible extra por cada persona que va al trabajo en coche.
Muchos grupos de investigación están tratando de usar la tecnología disponible para solucionarlo y algunos están muy cerca de conseguirlo. Sin embargo, los enfoques actuales para resolver el problema del tráfico tienen consecuencias. Casi al contrario: pueden acabar trasladando los problemas de Internet a la vida real.
"Si no conduces por la ruta óptima, estás produciendo atascos"
Aunque los estudios sobre el tráfico han dado por sentado que los conductores son muy racionales y eligen la mejor ruta para ahorrar tiempo y dinero, hasta que Marta González y Antonio Lima lo investigaron a fondo no sabíamos si era cierto.
La idea de que somos conductores racionales parece razonable, pero no es cierta en absoluto
Durante varios años han estudiado el comportamiento de un buen número de conductores en cuatro ciudades europeas distintas y han descubierto, que aunque la hipótesis del conductor racional parece razonable, no es cierta.
La mayoría de los conductores tienen una serie de rutas favoritas que usan sí o sí independientemente de lo optimizadas que estén para donde quieren ir. "Nuestro datos aportan pruebas empíricas de que los conductores no siguen la ruta ideal", dicen estos investigadores.
Las causas son muy variadas. Sabemos que, a la hora de elegir una ruta, la gente suele elegir las que van hacia el sur, las que tienen menos curvas o las que están más cerca de ciertos puntos de referencia.
La idea central de estos investigadores es que esta es la causa principal de los atascos. Las pequeñas deficiencias que se generan por nuestra mala elección de rutas, se acumulan generando embotellamientos, tráfico denso y desesperación matutina.
La solución puede venir de usar tecnologías que ya tenemos: navegadores y GPS
Y para solucionarlo proponen usar algo que ya tenemos a nuestra disposición: las aplicaciones de navegación y los GPS. Al fin y al cabo, como ellos mismos señalan, aplicaciones como Waze ya han tenido un gran éxito a la hora de cambiar los hábitos de conducción de los conductores.
Parece un plan ideal: si seguimos las instrucciones de estas aplicaciones podríamos conseguir no solo llegar antes, sino gastar menos dinero y, previsiblemente, reducir las emisiones de CO2. Sin lugar a dudas, esto sería una forma muy potente de cambiar la movilidad de nuestras ciudades.
La burbuja de filtros se hace cada vez más real
Cuando Eli Pariser comenzó a hablar de la "burbuja de filtros" ('filter bubble') la idea era extraña, pero familiar. Con el tiempo, ha encajado perfectamente en la experiencia que, durante estos años, hemos tenido del mundo. Hoy, en la red, parece evidente que vivimos en "un ecosistema personal de información que ha sido provisto por algoritmos" y que está específicamente diseñado para que encaje con nosotros.
Se trata de la idea de que "saber que una ardilla muere en tu jardín puede ser más relevante para tus intereses que saber que muere gente en África". Y, sobre todo, de nuestros problemas para combinar esa apología de la información personalizada con la certeza de que "un mundo construido desde lo familiar es un mundo donde no hay nada que aprender"
¿Puede saltar al mundo real ese enorme parque de atracciones personalizado que estamos construyendo en Internet?
Es decir, el precio de vivir en un mundo más cómodo, más interesante, más eficiente (un mundo en el que cientos de algoritmos se desviven por nosotros) es paradójicamente vivir exactamente en el mundo en el que nos gustaría vivir.
Un enorme parque de atracciones dedicado a nosotros mismos que, como no está de más recordar de vez en cuando, no solo nos hace más pobres sino que nos enfrenta a problemas sociales que aún no sabemos resolver.
Una ciudad llena de filtro
Por eso, es prudente que nos preguntemos si la popularización del uso de aplicaciones de navegación está trasladando (o puede trasladar) esos filtros a la vida real. El primer paso, como sugerían los investigadores, será optimizar rutas por tiempo, consumo o kilómetros adaptándolas a la situación del tráfico y la demanda de espacio por el que circular; pero pronto la misma lógica que organiza internet, organizará el diseño y optimización de rutas. Es más, es algo que llevamos años buscando y que ya hemos empezado a ver.
Ya conocemos el problema, dejar que se reproduzca sería una oportunidad perdida
Aquí en Xataka hemos hablado mucho sobre como los algoritmos reproducen con precisión sorprendente los problemas sociales del entorno donde se desarrollan. Tenemos casos muy llamativos (e incluso un capítulo de The Good Wife) sobre cómo el mundo de los mapas no es ajeno a esto.
No es descabellado pensar, que si nos fijamos solo en la eficiencia, como suele ocurrir, acabemos reforzando con estos algoritmos la existencia de barrios marginales o creando "distintas ciudades" socialmente aisladas que conviven en el mismo espacio, pero no se tocan.
Como siempre recordamos al hablar de filtros, las burbujas y segregación social siempre han estado ahí. La cuestión es si usamos la tecnología para resolverlos o para invisibilizarlos. Quién iba a decir que cosas como decidir la ruta para ir al supermercado podían ser parte del problema o parte de la solución.
Imágenes | César, nakagawaPROOF
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La noticia El problema de trasladar los filtros de Internet al mundo real: así puede cambiar nuestras ciudades la inteligencia artificial fue publicada originalmente en Xataka por Javier Jiménez .
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