La de la P. luminescens y el H. bacteriophora es, para todo aquel que sepa algo de novela romántica, una historia de amor. Esa forma químicamente pura de amor que los biólogos llaman simbiosis. El Heterorhabditis bacteriophora es un nemoatodo curioso que se alimenta de las larvas de todo tipo de insectos y lo hace gracias a la Photorhabdus luminescens que vive en su tracto digestivo.
Cuando está cerca de la larva, el pequeño gusano regurgita un líquido viscoso lleno de estas bacterias y las toxinas bacterianas hacen el resto. El hospedador muere entre 48 y 72 después, dejando alimento suficiente para bacterias y nematodos. ¿Quién se iba a imaginar que en ese extraño ritual iba a esconder una prometedora herramienta para combatir las resistencias antibióticas?
Ya no sabemos de donde sacar antibióticos
Porque sí, pese a que las resistencias antibióticas no están entre las principales preocupaciones de ningún país del mundo, la amenaza de las superbacterias no remite. Es más, se vuelve más profunda. Y no solo porque los microbios se vuelvan más hábiles en esquivar nuestros ataques, sino porque no somos capaces de inventar ataques nuevos.
Para que nos hagamos una idea: como explican los autores, desde los años 60, no hemos logrado desarrollar una nueva clase de antibióticos efectivos contra las bacterias gramnegativas y su barrera celular. Esto es grave porque en el gran cajón de sastre de las gramnegativas se encuentran algunos de los enemigos públicos nº1 de la sanidad mundial (de la gonorrea a la salmonela pasando por la E. coli o la H. pilori).
Pero desde hace un par de años, Un equipo internacional de investigadores pusieron sus ojos sobre esos pequeños nematodos. Se dieron cuenta que del proceso "digestivo" externo que conllevaba el festín de larvas del que os he hablado debían surgir amenazas bacterianas similares a las que afectan a los humanos. ¿Cómo sobrevivían esos bichos diminutos a las superbacterias?
Y nos encontramos con la darobactina
Así se dieron de bruces con la darobactina en el tracto digestivo de los nematodos, un nuevo antibiótico que parece especialmente poderoso contra las gramnegativas. Esto es así porque la darobactina rompe la barrera celular al interferir con la proteína BamA que controla el acceso al interior de la bacteria. De esta forma, como explicaba el microbiólogo molecular Kim Lewis, "la bacteria no puede construir una envoltura celular adecuada y eso le causa la muerte".
Ahora bien, encontrar un nuevo antibiótico en abstracto es solo la mitad del trabajo. Tiene que funcionar bien, además, en el ser humano. Por eso, los investigadores comenzaron rápidamente el proceso para realizar ensayos clínicos. Aún no han llegado a ese punto, pero los primeros resultados de laboratorio en ratones han conseguido curar infecciones complicadas de Escherichia coli y Klebsiella pneumoniae sin efectos secundarios tóxicos.
Es pronto para lanzar las campanas al vuelo, pero es prometedor. Al fin y al cabo, en un entorno en que se acumulan muertes por enfermedades intratables con antibióticos, una pequeña luz (aunque sea al final del túnel) siempre es una buena noticia. Sobre todo, si los datos tienen tanto potencial. Crucemos los dedos.
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La noticia Tras décadas buscando, hemos encontrado un nuevo (y prometedor) antibiótico en el tracto digestivo de un gusano microscópico fue publicada originalmente en Xataka por Javier Jiménez .
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