Las baterías se degradan. Más rápido o más lento, pero todas las baterías que usamos en los dispositivos que tenemos por casa se acaban degradando y, por lo tanto, reduciendo su capacidad. Lo sabemos, sobre todo, gracias a los móviles, que en uno o dos años después de su primer encendido empiezan a ofrecer menos autonomía. Es normal, es pura química y es algo inherente a las pilas de ion-litio.
Pero ¿y si hubiera una pila que llevase años y años y años operativa y dando vida a un dispositivo? Es, precisamente, lo que sucede con la batería de la campana eléctrica que podemos encontrar en el laboratorio Clarendom de la Universidad de Oxford. Lleva desde 1840 sonando, que ya es algo, pero lo más curioso es que nadie sabe de qué está hecha su batería.
Una batería cuya composición se desconoce
La campana eléctrica de Oxford, también conocida como la pila seca de Clarendon, consta de dos campanas de latón, una a cada lado, y un badajo (la pieza que golpea cada campana) de unos cuatro milímetros de diámetro. Cada campana está colocada bajo una batería de pila seca que atrae al badajo. Cuando el badajo toca la campana, la pila emite una pequeña carga que repele el badajo, que posteriormente es atraído por el otro extremo, y así sucesivamente con una frecuencia de dos hercios.
Lo más curioso es que este proceso se ha repetido una y otra vez a lo largo de los últimos 181 años. La batería sigue funcionando desde entonces. Es cierto que el sonido es inaudible (entre otras cosas, porque el dispositivo se exhibe dentro de una campana de cristal), pero el mecanismo sigue en funcionamiento. ¿Y de qué está hecha esa pila para que dure tanto? He ahí el misterio: nadie lo sabe.
La campana eléctrica de Oxford no se ha desmontado nunca, ya que eso pararía instantáneamente uno de los experimentos científicos más longevos de la actualidad. Lo que sí se sabe es que la batería está recubierta de azufre fundido para protegerla de la humedad, pero su composición exacta es todo un misterio. En cualquier caso, que siga funcionando tiene una explicación: aunque se necesita un voltaje alto para iniciar el movimiento, la carga que se transporta de una campana a otra es muy baja.
Tal y como explican desde la propia universidad de Oxford, se sospecha que en el interior de la campana podría haber una pila de Zamboni, ya que hay registros de otros experimentos similares durante la época de su creación. Estas pilas se construyen apilando discos de papel recubiertos con hojas de zinc por un lado y dióxido de manganeso en el otro. De ser así, llegará un momento en que la campana dejará de funcionar, ya sea por que el zinc se oxide o el manganeso se acabe, pero hasta el momento la campana ha sonado más de 10.000 millones de veces.
Imagen | David Glover-Aoki
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La noticia Hay una campana eléctrica en Oxford que lleva sonando 181 años gracias a una batería que nadie sabe de qué está hecha fue publicada originalmente en Xataka por Jose García .
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