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Quién no recuerda las espectaculares carreras de podracers del Episodio I de la saga de Star Wars. O las persecuciones de speeder bikes en los bosques de Endor, sorteando árboles y obstáculos volando a ras de suelo. La inmersión en la acción consiguió pegarnos a la butaca del cine contagiándonos la sensación de velocidad hasta el punto de sobresaltarnos de verdad tanto como a los propios pilotos en la pantalla.
Pero como suele suceder, al final la realidad supera a la ficción, y gracias a los drones, ya se pueden experimentar sensaciones similares fuera de las salas de cine, en el mundo real y tangible de una nueva disciplina deportiva de competición que empieza a abrirse camino en la escena del deporte espectáculo: las carreras de drones.
En el origen de esta nueva disciplina se encuentra un deseo tan ancestral como el propio ser humano: el deseo de volar. Desplazarse sin las limitaciones de la gravedad que nos pega al suelo es un sueño que la tecnología ha convertido en realidad a través de la aviación, y que ahora se acerca aún más a nuestro día a día gracias a los drones y las experiencias multimedia inmersivas.
Lo que ha hecho posible este nuevo tipo de experiencia es la convergencia de varias tendencias tecnológicas con el mundo del aeromodelismo. Por un lado, están los drones, que en los últimos años han experimentado un avance espectacular tanto en la parte de la electrónica de control como de la aviónica.
Por otro lado, está el auge de las experiencias subjetivas e inmersivas basadas en la vista en primera persona o FPV (First Person View), junto con el del vídeo online y los canales especializados como Twich para gaming o el de vídeo 360 en YouTube.
Al mismo tiempo, el mundo del aeromodelismo, donde los dispositivos de control basados en sistemas FPV ya se llevan usando años, empezó a fijarse en los drones en detrimento de otros aparatos más complicados de manejar, más caros y con un mantenimiento más costoso tanto tecnológicamente como económicamente como eran los helicópteros de radiocontrol o los aviones. Algunos de los pilotos más destacados del momento como Bapu o Legacy vienen de pilotar grandes helicópteros y aviones RF.
La tormenta perfecta… de drones
Esta confluencia de tendencias y tecnologías ha dado pie a una especie de “tormenta perfecta” alrededor de los drones, hasta el punto de ser uno de los fenómenos mediáticos del año pasado, convirtiéndose en noticia habitual tanto en los medios de comunicación especializados como los generalistas, y copando la atención en eventos tan importantes como el CES.
Se habla de drones para logística, para salvamento en playas, para grabar vídeo y fotos, como “mascotas” que nos siguen allí donde vayamos, como juguetes e incluso ya se les considera en algunos foros como una categoría de robot. Y ahora también ha salido a la luz otra dimensión que había permanecido confinada en su particular nicho durante todo este tiempo: la de los drones de carreras.
No es fácil ubicar un momento concreto para los comienzos de esta nueva disciplina en el campo del “deporte espectáculo”, aunque su origen parece estar más cerca del aeromodelismo que de la tecnología. Durante los últimos siete u ocho años se ha pasado gradualmente de pilotar helicópteros y aeroplanos de radiocontrol a los multirrotor como los tricópteros o cuadricópteros, que además han ido reduciendo su tamaño gradualmente.
Las posibilidades de control mejoran exponencialmente en rapidez, velocidad de giro o de ascensión y descenso, con relaciones potencia/peso proporcionalmente equivalentes a las de los coches de carreras. Montar, tunear, controlar y reparar un cuadricóptero (dron) es, desde muchos puntos de vista, más sencillo, divertido y con más posibilidades que con helicópteros o aviones. El vuelo es más ágil, con más márgenes de libertad y con menos complicaciones técnicas y aerodinámicas.
Estas mejoras en la aviónica de los drones se traduce, según comenta Carlos Puértolas (AKA Charpu) en una experiencia tan intensa como la que se experimenta practicando deportes extremos, generando la misma adrenalina pero sin comprometer nuestra integridad física.
El siguiente paso natural e inevitable fue el de compartir esa adrenalina, el de hacer carreras con un ánimo lúdico, a pasar la voz y “picar” a otros aficionados, entrando en una dinámica en la que los pilotos se convirtieron en mecánicos y makers, tuneando sus drones para mejorarlos,construyéndolos desde cero a partir de componentes adquiridos en las tiendas especializadas.
Allá por 2012 ya había iniciativas interesantes en este campo en diferentes países como Australia, Francia o Estados Unidos, aunque dispersas. Ese fue el año en el que Chris Anderson, editor de la revista Wired, dejo su puesto en dicha publicación para dedicarse por entero a su compañía 3D Robotics, especializada precisamente en el emergente segmento de los drones.
De las primeras carreras a la liga profesional
Durante el pasado año 2015, los movimientos alrededor de las carreras de drones se sucedieron con rapidez. En 2014 se “calentó” el ambiente al hacerse populares (e incluso virales), en canales como YouTube, vídeos de carreras y eventos organizados por asociaciones de entusiastas como la francesa Airgonai emulando las persecuciones de speeder bikes de Star Wars, pero con cuadricópteros.
Al mismo tiempo, se empezaron a dar a conocer nombres propios en la escena de los multirrotores de carreras, como Carlos Puértolas, AKA Charpu que saltó a la fama cuando incluso Mark Zuckerberg hizo “me gusta” en uno de sus vídeos donde mostraba sus habilidades manejando drones.
En 2015 todas estas iniciativas se han ido consolidando y concretándose en forma de competiciones y carreras con un carácter más profesional. Además, gracias al escaparate que es Internet, términos como FPV Drone Racing empiezan a ser familiares para el gran público. De hecho, ese es el nombre que parece más sólido como candidato a ser la forma apropiada para referirse a las carreras de drones. FPV, a modo de recordatorio, es el acrónimo de First Person View, o vista en primera persona.
Como hitos destacables, en julio de 2015 tuvo lugar la competición US National Drone Racing Championship. Y el día 11, también del mes de julio, tuvo lugar el evento “Gates of Hell” (Puertas del Infierno), la carrera preliminar de la DRL (Drone Racing League).
La DRL es la primera competición que ha adoptado las carreras de drones como una idea de negocio. Su objetivo es hacer que la adrenalina que se segrega al pilotar estas maravillas voladoras que son los drones de carreras, se segregue también en los espectadores a través de vídeos online donde se condensen las sensaciones que se tienen durante el vuelo.
Consiste en una serie de eventos globales, similares en cuanto a su filosofía a la Fórmula 1, NASCAR o Moto GP, pero en el ámbito de los drones. La DRL es el culmen de esta transición desde el hobby hasta la profesionalización de las carreras de drones para convertirlas en un espectáculo.
Las claves de las carreras de drones FPV
La Drone Racing League es una iniciativa sólida que ha conseguido una financiación de nada menos que 8 millones de dólares por parte de la firma RSE Ventures, especializada en el mundo del deporte y el entretenimiento, así como otros inversores entre los que se encuentra Stephen Ross, propietario del equipo de fútbol americano Miami Dolphins.
Nicholas Horbaczweski, CEO de DRL, tiene claro que las carreras FPV de drones están llamadas a entrar por la puerta grande en el mundo del deporte espectáculo profesional. Nunca antes se había visto algo así, y ofrece una experiencia totalmente nueva gracias a los avances en el mundo de los drones, que con apenas medio kilo de peso son capaces de volar a velocidades de más de 120 Km/h, girar de forma drástica en cualquier dirección y en prácticamente cualquier lugar.
La primera carrera de la Drone Racing League, preliminar a las de la competición propiamente dicha que se acaba de anunciar ahora, tuvo lugar en julio del pasado año en una planta energética abandonada, donde los pilotos tenían que guiar sus drones a través de pasillos, puertas, escaleras y paredes usando para ello únicamente la visión subjetiva en primera persona (FPV) transmitida por las cámaras montadas en los cuadricópteros.
Tienen apenas unas pocas decenas de centímetros de distancia entre rotores, con sistemas de control mediante radiofrecuencia (RF) y prestaciones espectaculares. Están equipados con LEDs de colores para identificar a los diferentes corredores, y con autonomías muy ajustadas, lo cual obliga a que las tandas de clasificación duren entre noventa segundos y 4 minutos.
Los recorridos se preparan de forma que haya que superar y sortear obstáculos de todo tipo. Desde árboles en un bosque, hasta los pasillos de los vestuarios en un estadio de fútbol americano. Los lugares donde se desarrollen las carreras, así como el diseño de los circuitos son esenciales para captar la atención del espectador.
El secreto está en la vista en primera persona (FPV), que hace que el piloto se pueda sentir casi como si estuviera volando dentro del dron, pero sin que su integridad física corra peligro. En este sentido, las carreras de drones se convierten prácticamente en un videojuego, que además es extremadamente divertido ver como espectadores.
Y esta es una de las claves que han entusiasmado a Nicholas Horbaczweski, CEO de DRL. La capacidad para transmitir la sensación de velocidad a quienes vean las competiciones a través de los vídeos que se vayan publicando tras las carreras. Sea mediante gafas VR o vídeos inmersivos con datos de realidad aumentada, las carreras de drones cuentan con elementos de acción capaces de atraparnos en los circuitos durante unos minutos.
Las carreras de la DRL no están pensadas (al menos de momento) para ver en directo. Los vídeos de las cámaras de control en los drones se transmiten de modo analógico y con una resolución muy modesta, aunque también se graban a través de cámaras de alta calidad para montarlos posteriormente junto con elementos añadidos de realización tales como múltiples puntos de vista, posición de los drones dentro de los circuitos, realidad aumentada con datos sobre los motores, baterías o clasificación, vistas de los drones desde las cámaras del circuito, etcétera.
Durante 2016, las carreras se ofrecerán en forma de contenidos multimedia online con el objetivo de atraer la atención de audiencias interesadas en el mundo de los drones. Ya puedes ver algunos acerca de la carrera preliminar, así como la presentación de los pilotos en el canal de YouTube de la DRL.
Precisamente, como parte del atractivo de la DRL está la forma de elegir los pilotos, que pueden ser de cualquier parte del mundo, y son seleccionados a partir de vídeos que muestren su habilidad manejando los drones o a partir de su reputación dentro de las comunidades de entusiastas. La práctica y la perseverancia son claves para adquirir la experiencia necesaria para pilotar un dron a 120 km/h dentro de un lugar cerrado plagado de obstáculos, aunque como paso previo, hay que tener una cierta adicción a las experiencias fuertes para dedicarse a esta tarea.
De igual modo que ha ocurrido con el gaming y los e-Sports, se abren las puertas para convertir una afición en un trabajo. DRL es un deporte y un espectáculo, y los pilotos son parte de él. Es otro de los atractivos de la Drone Racing League: abrir el camino para dar nuevos usos a los drones.
La competición
La temporada 2016 de la DRL consta de seis carreras. La primera se compartirá online a disposición de la audiencia el 22 de febrero, y tendrá lugar (ha tenido) en el estadio de los Miami Dolphins. La dinámica de las carreras pasa por dar varias vueltas al circuito. Cada tanda de vueltas se denomina Hit, y al final de todas las tandas, gana la carrera el que consiga más Hits en un circuito.
Para Nicholas Horbaczweski, CEO de la DRL, las carreras de drones son el futuro. Además de la dimensión lúdica, también está la parte del progreso tecnológico. Hay retos que superar en este campo, como la autonomía o la calidad de las comunicaciones mediante radiofrecuencia. Y de igual modo que en la Fórmula 1 los avances han acabado llegando hasta los usuarios de a pie, en el mundo de los drones los avances que se consigan en el ámbito de la competición acabarán llegando a los modelos de consumo.
De momento, paralelamente a esta iniciativa, los drones de competición están empezando a verse en diferentes eventos como un atractivo adicional y una fuente de entretenimiento sumamente novedosa. Los grupos y asociaciones de aficionados y entusiastas empiezan a tener visibilidad de cara al público y los medios. Sin ir más lejos, en España, el portal Drones de Carreras ya ha participado en eventos como el Smart City Expo World Congress del pasado año.
Si tienes oportunidad, ver en directo una competición de drones de carreras también tiene un componente de espectáculo notable. Como en la Fórmula 1, los pilotos tienen sus propios talleres para reparar y tunear los drones, para cambiar las hélices, motores y baterías, o incluso el chasis. Los boxes de las carreras de drones son tan apasionantes como los de la Fórmula 1, y las conversaciones que tienen lugar entre carrera y carrera son auténticas master classes de electrónica.
Un videojuego en la vida real
Las carreras de drones son una interesante combinación entre un videojuego y la realidad. Si un juego de conducción es capaz de "meternos" dentro de la acción, las carreras de drones van un paso más allá: lo que vemos es real, pero sin que se comprometa nuestra integridad física. La de los drones sí se compromete, y mucho. Tanto que las colisiones son una parte más del espectáculo.
Es la realidad de unos aparatos voladores de medio kilo capaces de volar a más de 120 km/h y pasar de 0 a 100 en menos de 4 segundos y con una cámara en el frontal grabando todos los movimientos a pocos centímetros de los obstáculos. Son tan parecidos a los drones "de calle" como un fórmula 1 a los utilitarios, así que no trates de convertir tu Phantom en un bólido. Los drones de carreras más que comprarse hechos se montan en el garaje.
Y esta realidad es la que sustenta el espectáculo de las carreras de drones FPV. Intensas, rápidas, trepidantes y, si te interesan los drones y su tecnología, repletas de información sobre técnicas de vuelo, componentes, chasis, cámaras y todo lo relacionado con el funcionamiento de estos podracers y speeder bikes en potencia.
Frente a otros espectáculos deportivos, ofrece ventajas como la inmediatez: no se necesitan camiones gigantescos para llevar los boxes de un circuito a otro y en poco tiempo se puede tener todo listo para competir. Los circuitos se pueden montar en cualquier lugar donde no haya riesgo para personas.
La acción de las carreras se condensa en apenas unos minutos. No hace falta más, como los viajes en una montaña rusa. Además, se puede arriesgar en el pilotaje: no corremos peligro y las colisiones son parte del espectáculo. Y gracias al punto de vista en primera persona, si te dejas meter en la acción, creerás que estás allí.Y todo eso desde el sofá de tu salón.
El futuro pasa por optimizar las tecnologías que hacen posible que las sensaciones, la tensión o la velocidad de una carrera lleguen hasta el espectador de la forma más fidedigna como sea posible. La retransmisión en directo de las carreras con vídeo de alta calidad, o incluso la posibilidad de que los espectadores manejen remotamente los drones son escenarios que se antojan factibles y que darían mucho juego.
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