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La música coral se cuenta entre las más complejas y espectaculares, por emocionante y técnica, de entre todas cuantas conocemos. Coordinar a un tiempo, en perfecta armonía y afinación, centenares de voces es una tarea titánica y que requiere de largo años de estudio profesional. ¿Pero qué sucede cuando doblamos o triplicamos la apuesta? ¿Qué pasa cuando miles de personas entonan una misma melodía al unísono? ¿Cómo se consigue? Eric Whitacre tiene la respuesta.
Suyo es el proyecto Virtual Choir, la primera herramienta que ha permitido crear proyectos de música coral a lo largo y ancho de todos los países del mundo. Miles de personas cantando a la vez desde diferentes puntos del planeta, conectadas a través de la tecnología y dirigidas en la pantalla por un maestro. Se trata, de un modo más literal como en ningún otro momento de la historia, del coro de la humanidad: más de 8.000 voces interpretando a la vez una pieza musical. Un hito musical, social y tecnológico que acumula ya cuatro piezas a sus espaldas y que se remonta a 2009.
El último gran proyecto Virtual Choir salió a la luz el año pasado, y combinó las voces de más de 5.000 personas en una sola pieza de audio. Fue el último eslabón de una cadena que se remonta al final de la pasada década, cuando Eric Whitacre, compositor de música clásica norteamericano reconocido por sus logros en el campo de la vanguardia y de la fusión dentro del género, descubrió este vídeo en YouTube. En él aparecía Britlin Losee, joven intérprete, dirigiéndose a él y cantando una de sus piezas. Whitacre, entonces, tuvo la idea que definiría Virtual Choir.
Dirigir miles de voces: cómo resolverlo
¿Qué pasaría si decenas, centenares o miles de personas, como Britlin Losee, formaran parte de un coro virtual? Whitacre decidió entonces llevar a cabo la iniciativa: escogió una pieza que compuso en el año 2000 ('Lux Aurumque'), la subió a su web personal e invitó a todo el mundo a descargarla e interpretarla en su casa, frente al ordenador y con un programa de grabación de audio. Dicho y hecho: Whitacre recibió decenas de solicitudes en un breve plazo. Virtual Choir estaba en marcha.
El resultado final impresiona aún hoy. La tarea fue compleja, como cabe imaginar. Por un lado, Whitacre no contaba con los suficientes conocimientos técnicos para editar los audios y vídeos de tantas personas. Por otro, ¿qué había de la sincronización de los intérpretes, de excelentes voces pero diseminados por toda la geografía mundial? Whitacre solventó el segundo problema subiendo un vídeo de su conducción a YouTube, que todos los cantantes podrían seguir. Posteriormente, le añadió una línea de piano para marcar la melodía y la instrumentación. Serviría de guía.
Dado que cada uno de los cantantes, o bien profesionales o bien intérpretes educados en la música vocal, elegían sus piezas en función de su tipología (soprano, tenor, mezzosoprano, bajo, etcétera), problema resuelto: Whitacre podría de este modo dirigir de forma colectiva a todo el coro, a través de una dirección individualizada para cada uno de ellos. Restaba por editar y montar tantos vídeos.
Para montar todos los vídeos y las pistas de audio, Whitacre contó con la colaboración de Scott Haines, un voluntario que se valió de Adobe After Effects para tan compleja tarea
Entramos en la parte tecnológica de Virtual Choir. Para ello, Whitacre contó con la colaboración de Scott Haines, un voluntario con conocimientos de algunos programas de edición que trabajó durante más de 2.000 horas para lograr el resultado final. Fue el pionero, y su trabajo serviría para las producciones posteriores de Virtual Choir. En esta entrevista explica cómo realizó el proceso, de dónde le surgió la idea y qué herramientas empleó para lograr aunar centenares de voces en una.
Haines se valió de Adobe After Effects, uno de los programas de edición de vídeo más importantes que hay en el mercado. Por un lado, sincronizó las pistas que los intérpretes habían remitido a Whitacre a través de la plataforma que había habilitado a tal efecto. Pero no era el único de los problemas a los que tenía que hacer frente: la sincronización rítmica de Whitacre y los puntos de marcaje para iniciar el canto acortaban el trabajo, pero cada uno de los participantes había utilizado un hardware distinto para grabar su pieza, y las condiciones y la calidad de sonido variaban.
De este modo, Haines tuvo que ecualizar correctamente todas las pistas, además de equilibrar su sonido, darle una calidad óptima y, por último montar todas las piezas en una sóla pista de audio que fuera coherente y cuyo sonido fuera de la calidad que se requería para un coro de música clásica. De forma paralela, Haines se valió de After Effects para tratar la calidad de cada uno de los vídeos de forma individual, de modo que todos aparecieran nítidamente en el vídeo-montaje final del coro.
El producto final no tuvo tacha alguna. Fue la piedra fundacional de Virtual Choir.
La creación de un viral y los nuevos retos
Tras Virtual Choir - 'Lux Arumque', llegaron otros proyectos. A lo largo de los años, la actividad de Whitacre comenzó a ganar más y más atención. Poco después, puso en marcha la segunda parte de Virtual Choir: 'Sleep', precisamente la pieza escrita con su puño y letra que Britlin Losee había cantado en aquel vídeo fundacional que sirvió de inspiración para tan espectacular proyecto. En 2011, el trabajo estaba terminado, y Whitacre había doblado la apuesta: de un centenar de coristas, el grupo se había engrandecido de forma exponencial. Ya eran más de 2.000 los participantes.
El proceso fue el mismo, la dinámica estaba aprendida. "Mi gran esperanza es que tuviéramos la posibilidad de encontrar algunos gestos musicales, rubato, ralentizando e imprimiendo más velocidad al tempo y a las dinámicas, donde pudiéramos contar con más gente cantando suavemente y a pleno pulmón en diferentes lugares. Y funcionó", explicó Whitacre en esta entrevista poco después del lanzamiento de Virtual Choir 2.0. De nuevo, escribió la partitura para todos los intérpretes, las colgó en Internet y se grabó a sí mismo explicando cómo tenían que cantar sus piezas.
Poco a poco, Virtual Choir se convirtió en un fenómeno viral.
No sólo más personas comenzaron a participar en el proyecto de Whitacre, sino que crearon sus propios coros virtuales por su cuenta. Utilizando programas de diverso calado, una sola persona, por ejemplo, podía crear su propio coro utilizando tan sólo diferentes tomas de sí mismo, interpretando voces agudas y graves. O un coro real con sus miembros grabando en casa. Además, se crearon tutoriales (como este) de grabación utilizando Audacity, en los que se explicaba la importancia de grabar en mono y de regular adecuadamente la saturación del sonido.
De un proyecto que suponía retos técnicos se pasaba a uno que formaba una pequeña comunidad mundial de personas involucradas en un mismo objetivo
Además, Virtual Choir había traspasado las barreras de lo meramente musical: conectando a través de la tecnología a miles de personas esparcidas por todos los lugares del mundo, personas que contribuirían a crear un coro sin conocerse entre ellas físicamente, logró crear una comunidad. Lo explica una de las participantes en este artículo escrito con motivo del segundo trabajo de Whitacre: Virtual Choir generaba un sentimiento de comunidad a través de un proyecto común.
De cara a su tercer trabajo, Whitacre ya era consciente de que Virtual Choir necesitaba crecer más. El reto técnico, tanto a nivel musical como tecnológico, estaba superado. De modo que había que llevarlo a un nuevo nivel, y ese nivel tenía que ser, de forma obligada y necesaria, la representación en vivo. De ese modo, Whitacre aspiraba a conectar dos mundos hasta entonces separados por las limitaciones tecnológicas: el de la interpretación de un coro real y el de un coro virtual mundial.
Lanzado Virtual Choir 3.0 en 2012, con la participación de 3.000 personas, Whitacre ofreció en una de sus charlas del TED la primera experiencia en vivo de un coro virtual. El trabajo fue aún más complicado a nivel técnico de lo que había sido hasta entonces la creación de un coro virtual. Por un lado, Whitacre dirigiría desde el escenario a un coro real seleccionado por él mismo y que interpretaría. Por otro, un coro virtual, en directo y por Skype. Treinta personas, en tiempo real. El reto estaba a la altura de todo lo que Virtual Choir había significado hasta ese momento.
Porque hasta entonces, las piezas se habían montado en programas de edición y habían sido remitidas de forma individual, pero lo que Whitacre se propuso en el TED fue muy distinto: un concierto en el que no sólo la sincronización del coro físico y del virtual debía ser perfecta, sino también la conexión, del coro Skype y su acomodación (retraso mediante) a la señal en directo. Con la ayuda del equipo de realización del TED, Whitacre lo consiguió, pero no se quedaría ahí.
8.000 voces y el poder de conectar personas
La cima, por supuesto, es Virtual Choir 4: 'Fly to Paradise'. 8.409 vídeos, 5.904 intérpretes y más de 101 nacionalidades representadas (entre ellas, la española). Salió publicado el año pasado, tras una campaña de Kickstarter. Whitacre introdujo elementos electrónicos y numerosos sintetizadores en una composición vanguardista y poderosa, en la que las miles y miles de voces amalgamadas por Adobe After Effects sirven de colcha y de acomodada lona para las interpretaciones individuales de otras voces más aguda. El resultado es impresionante, y ante todo único.
Sin embargo, Whitacre ha logrado méritos incluso más sorprendentes. Virtual Choir es una herramienta de pura conectividad, que pone en común la pasión de miles de personas al unísono, derribando fronteras, en un gigantesco ejercicio de simbolismo y de unión emocional a través de todos los rincones del mundo. En pocas ocasiones, su poderío, su mensaje fue tan nítidamente transmitido como durante la apertura de los Juegos de la Commonwealth celebrados en Escocia el año pasado. Coro, estadio y miles de voces grabadas, cantando a la vez 'What If'.
A través de una app, los asistentes al concierto pondrían su granito de arena en la creación musical de Whitacre
Por encima del reto técnico, por encima de la música, la idea, la experiencia consiste en conectar a la gente. La última innovación de Whitacre continúa en la misma línea. Durante la presentación mundial de su nueva pieza, 'Deep Field', inspirada en el Telescopio Hubble y en las bellísimas imágenes que ha tomado a lo largo de décadas, Whitacre invitó al público a unirse a la orquesta y al coro profesional. ¿Cómo? La pregunta es lícita. ¿Acaso un espectador común tiene el mismo conocimiento técnico que un músico profesional? En absoluto: se valdría de la tecnología.
En concreto, de su teléfono móvil. Whitacre quería captar la profundidad del espacio y toda su vasta y misteriosa extensión ampliando la esfera sonora de su concierto. Así, para su recital para Minnesota, junto a la Orquesta de Minnesota, desarrolló una app de la mano de The Nerdist que reproduciría una canción sincronizada y coordinada con el resto de teléfonos móviles que tuvieran la app. Así, el público también sería parte de la orquesta, y sería partícipe de la creación, totalmente coral.
Funcionó. La actuación fue redonda.
Como el propio Whitacre cuenta, la parte más emocionante de un grupo de gente cantando al unísono no es tanto el sonido, como la inspiración previa. El segundo previo, el instante fugaz, en el que las cuerdas vocales se afinan y las bocas se abren a pleno pulmón. Es la fuerza del colectivo, momentos que antes sólo se podían compartir en un coro y que ahora, de la mano de Virtual Choir, son historias mundiales, recuerdos compartidos por miles y miles de personas. De la mano de los avances tecnológicos, el mundo, con ejemplos así, está más conectado que nunca. Para bien.
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