Motorola Moto E nació con una misión muy concreta: ser el rey de gama de entrada. Ofrece el mejor hardware posible por 129 euros, cantidad que oscila con las ofertas de las diferentes tiendas. Minimizar los compromisos y ofrecer una buena experiencia, dentro de lo posible. La jugada le salió bien con el modelo original y en 2015 ha vuelto para introducir más mejoras.
Lo analizamos en su día, con resultados satisfactorios, y ahora nos toca ir más allá de la mesa de pruebas para hacerlo nuestro móvil y contaros nuestra experiencia tras haber usado el Motorola Moto E un mes como teléfono principal. ¿Sigue siendo la mejor opción si queremos un teléfono asequible? ¿Merece la pena las novedades ue incorpora esta segunda generación? Vamos a resolver ambas preguntas.
Moto E ante el desafío de ser el mejor de los más modestos
El diseño de los terminales de la gama más baja suele ser uno de los primeros aspectos donde vemos que, efectivamente, estamos ante un smartphone económico. De nuevo, el Moto E no se anda con rodeos y no busca vendernos lujo cuando lo vemos de lejo pero acabados mediocres cuando lo tenemos en mano. Lo que vemos es lo que hay, sencillo, recio, funcional.
El cuerpo de goma es especialmente sedoso y en el día a día hace que el agarre sea cómodo y en ningún momento tengamos miedo de que acabe en el suelo. El marco ayuda a reforzar y la proporción tamaño peso es correcta. Ligero, da gusto tenerlo en la mano y no atrae apenas suciedad o marcas de dedos. Respecto al Moto E original ha ganado en dureza y robustez.
En todo momento sabemos lo que tenemos y es, como decíamos, el Moto E no juega a engaños. No busca rizar el rizo ni ofrecer acabados, en apariencia, más propios de un gama alta. Los marcos son gruesos, no hay duda, pero no es algo que moleste cuando lo usamos. Sabe en qué liga juega y precisamente por eso su acabado y diseño hacen que gane más valor.
La pantalla del Moto E nos deja con una de cal y una de arena en el uso diario. Motorola acierta con la elección del panel: buena resolución, contraste aceptable y una temperatura de color bien ajustada. Lo hace mejor que sus competidores pero el cristal grueso hace que con mucha luz ambiente sea difícil el contenido del teléfono.
Le falta algo de iluminación, pierde un poco de luz cuando giramos la pantalla pero teniendo en cuenta que lo normal es ue usemos el móvil de frente, no es algo preocupante y que afecte de forma relevante. Su gran defecto en este apartado es, sin duda, los pocos nits que tiene y el rendimiento algo pobre que da cuando estamos fuera en un día soledado.
La renovación de los SoC 4XX de Qualcomm ha sido moderada este año y su principal cambio radica en el salto de los 32 a los 64 bits. En el uso cotidiano es algo que lo notaremos, para el Moto E ha sido un soplo de aire fresco saltar del Snapdragon 200 al 410. La realidad es que en fluidez gana pero tampoco estamos hablando de algo abismal. Va un poco mejor en las transiciones y los tiempos de carga.
Ágil, bien optimizado, las sensaciones son muy parecidas a las de un Moto G que debería empezar a preocuparte que su hermano pequeño lleva un procesador idéntico. Capaz de abrir la mayoría de aplicaciones sin problemas, no me he encontrado con fallos o carencias importantes en este apartado.
Con este cambio se introduce también la conexión 4G, algo cada vez más demandado. Motorola puede sacar pecho diciendo que tiene uno de los terminales más baratos capaces de acceder a Internet a esta velocidad. La autonomía, una vez más, cumple en el día a día y si no somos usuarios muy exhaustivos no tendremos que preocuparnos de cargarlo antes que sea de noche.
Con uso intensivo, especialmente con juegos, la situación cambia y lo más probable es que le saquemos unas cuatro horas con la pantalla encendida. Cantidad que dependerá de qué usemos y qué no, claro. Aún así, es un aspecto muy positivo y a tener en cuenta.
Todo mejora en el Moto E a excepción de la cámara. Sigue siendo el gran compromiso y si bien es cierto que sus competidores no andan muy lejos, la experiencia con ella sigue dejando mucho que desear. Por algún sitio se ha de justificar el precio, de acuerdo, pero la realidad es que no querremos sacar el teléfono para hacer fotos.
Mucho ruido, difícil encontrar una situación en la que el sensor se luzca… Es sin duda el aspecto más flojo del teléfono. Lo noto: hago menos fotos, no pierdo tiempo (ni memoria) en instalar aplicaciones como VSCO Cam o Snapseed. Sé que si quiero un móvil para hacer fotos con cierta calidad, este teléfono no es para mí.
No encontrarás nada mejor por 129 euros, de momento
Suena tajante afirmar este encabezado pero Motorola ha hecho un gran trabajo con el Moto E. Por ese precio va ser muy difícil que encontremos un teléfono más potente y con mejor experiencia de uso. Rápido, fluido, actualizaciones frecuentes, poco bloatware y un hardware que ha mejorad bastante en poco tiempo.
Para mí, una recomendación incuestionable para todos aquellos que buscan un teléfono barato y al que no van a exprimir en exceso. ¿Qué pasa entonces con el Moto G? Que sigue siendo una opción muy buena, pero solo si queremos pantalla más grande y brillante así como una cámara decente. De lo contrario, el Moto E cubrirá todas nuestras necesidades sin problemas.
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La noticia Motorola Moto E, tras un mes de uso fue publicada originalmente en Xataka por Juan Carlos González .
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