Si eres una de esas personas a las que no le llegan las horas del día, esto probablemente te interesa: que hoy tengamos días de 24 horas es fruto casi del azar, de una combinación de factores muy concreta que afectó a nuestro planeta durante cierto período de su existencia. De no haber sido así hoy nuestras jornadas serían casi el triple de largas, con ciclos que durarían más de 60 horas.
Un grupo de astrofísicos acaba de revelarnos cuál es la razón de que nuestros días sean como son y duren lo que duran. Espóiler: se lo debemos a la Luna y el Sol.
¿Días de 60 horas? Así es. Quizás la idea te parezca interesante. O te horripile. El caso es que lo "esperable", dadas los condicionantes que afectan al movimiento de rotación de la Tierra, es que nuestros días fuesen hoy de 60 horas. Casi el triple que las 24 h actuales. Que no sea así se debe a unas circunstancias muy concretas que acaban de desgranar un grupo de astrofísicos entre los que se cuentan expertos de la Universidad de Toronto y el Instituto Canadiense de Teoría Astrofísica.
Sus conclusiones las han plasmado en un artículo publicado en 'Science Advances' con un título bastante clarificador: "¿Por qué el día dura 24 horas?"
¿Y qué tiene que ver la Luna? Pues mucho. Para responder la pregunta que plantean los investigadores hay que conocer algunos datos clave. El principal: la influencia que ejerce la Luna sobre la rotación terrestre, el movimiento de nuestro planeta al girar sobre su propio eje que explica que tengamos ciclos periódicos de horas diurnas y nocturnas. Cuando el satélite se formó, hace alrededor de 4.500 millones de años, la Tierra tardaba menos de 10 horas en completar ese giro. Consecuencia: las jornadas no duraban ni la mitad de lo que duran hoy.
La influencia de la Luna alteró esa dinámica. La atracción gravitatoria sobre la Tierra ha ido ralentizando el giro de nuestro planeta sobre su eje, igual que si se tratara de un peculiar freno que hace que poco a poco nuestros días sean cada vez más largos. Ese efecto persiste aún hoy, aunque difícilmente lo podamos apreciar en nuestra rutina diaria: la atracción gravitatoria de la Luna sobre la Tierra hace que los días se alarguen a un ritmo de 1,7 milisegundos cada siglo.
¿Y el Sol, cuál es su papel? Los astrofísicos han echado cuentas y estiman que esa progresiva desaceleración en los giros de la Tierra debería habernos llevado a días mucho más largos. De más de 60 horas, para ser precisos. ¿Por qué no ha sido así y vivimos días de 24 horas? Por una combinación de factores que se dio durante cierta etapa de la historia de nuestro planeta, una que abarca desde hace 2.000 a 600 millones de años. A lo largo de ese período la Tierra estuvo influida por una marea atmosférica impulsada por el Sol que contrarrestó el efecto de la Luna.
El "choque" entre una y otra derivó en que la Tierra mantuviese una velocidad de rotación constante que mantuvo nuestras jornadas en 19,5 horas. "Sin esa pausa de mil millones de años en la desaceleración de la rotación de la Tierra, nuestro día actual de 24 horas se extendería a más de 60", explica la Universidad de Toronto: "Los científicos han demostrado que el estancamiento de las mareas entre el Sol y la Luna era el resultado de un vínculo incidental, pero de enormes consecuencias, entre la temperatura de la atmósfera y la velocidad de rotación de la Tierra".
Pero... ¿Cómo pueden saberlo? Con ayuda de pruebas geológicas y herramientas de investigación atmosférica. Gracias a esos recursos pudieron conocer la peculiar circunstancia que afrontó nuestro planeta durante más de mil millones de años, cuando el freno de la Luna sobre la rotación, que explica también las mareas altas y las bajas, se encontró con otro fenómeno que lo contrarrestó. "La luz solar también produce una marea atmosférica [...]. La gravedad del Sol tira de estas protuberancias atmosféricas. Pero en lugar de ralentizar la rotación de la Tierra, como la Luna, la acelera", explica el astrofísico Norman Murray.
Durante la mayor parte de la historia de nuestro planeta las mareas lunares se impusieron sobre las solares por un factor de 10, lo que explica que los días hayan seguido alargándose hasta derivar en nuestras jornadas de 24 h. "Pero hace unos 2.000 millones de años, las protuberancias atmosféricas eran mayores porque la atmósfera era más cálida y porque su resonancia natural —la frecuencia a la que se mueven las ondas a través de ella— coincidía con la duración del día", señala.
Imágenes: Jorge Gardner (Unsplash) y GE Williams
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La noticia Nuestros días deberían ser de 60 horas. Que no sea así se lo debemos a un "choque" de fuerzas hace millones de años fue publicada originalmente en Xataka por Carlos Prego .
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