Whatsapp es lo suficientemente bueno y puede que haya ganado la guerra. Esa es la frase que me tengo que repetir a mi mismo para convencerme de que no necesito otra alternativa. Y las hay. Y mejores. Y sin embargo, ninguna acaba de cuajar en un mercado como el español en el que una vez nos aferramos a algo, es difícil soltarlo.
Pero me resisto a creer que la batalla por las aplicaciones de mensajería instantánea haya terminado. Hay demasiados servicios con características interesantes que podría aprovechar. Yo y, por supuesto, todos mis contactos. Ése es el problema, convencerlos. El dichoso efecto red.
Privacidad: una mensajería segura es posible
Está claro que uno de los problemas más serios que ha tenido Whatsapp es el de la seguridad de su sistema de comunicaciones, y de su gestión de la privacidad de los usuarios. El 2012 terminó con conclusiones claras sobre esa mala gestión y con rumores curiosos que la unían a Facebook: la polémica sobre la combinación de ambas privacidades estaba servida. Y 2013 comenzó con noticias preocupantes para Whatsapp (y los usuarios) en este sentido.
Las cosas no mejoraron en los siguientes meses, en los que quedó claro que Whatsapp no ofrece las mejores opciones al respecto. El caso de la empresa asturiana que analizaba incluso avatares de Whatsapp a la hora de investigar a candidatos para trabajar en ella.
Las alternativas a Whatsapp se han volcado con ahínco en su aspecto más débil: la seguridad y privacidad
En ese terreno es donde algunas alternativas quieren ofrecer muchas más garantías en la gestión de la privacidad y la seguridad de las comunicaciones de sus usuarios. El célebre BBM que llegó por fin a Android e iOS en octubre de 2013 es una buena respuesta a esa preocupación. Todos conocemos la reputación de BlackBerry en terrenos empresariales, y sus responsables, aun con una empresa en muchos problemas, dejaron claro que la seguridad de los usuarios era la principal ventaja de esta solución que está teniendo una buena aceptación.
Algo más allá ha ido Telegram, la nueva candidata en este segmento y que ofrece, como vimos en un repaso a fondo de la aplicación, cifrados AES de 256 bits simétricos, RSA 2048 y Diffie-Hellman, retando incluso a los hackers a desarmar esa seguridad. No solo eso: en Telegram ofrecen la creación de salas secretas de chat —los mensajes se cifran de principio a fin entre ambos extremos— e incluso la eliminación de los mensajes tanto de nuestro dispositivo como del de nuestros contactos. Muy a lo Snapchat, pero con mensajes de texto.
Sin alternativas no hay buenas noticias
Evidentemente hay otro problema serio en ese apabullante dominio de Whatsapp: no es bueno que una sola aplicación y una sola empresa tengan tal poder, y tenemos buenos ejemplos en pasados debates que existieron. Microsoft es sin duda la referencia, y la idea es la de evitar esa situación.
No podemos sentirnos atrapados y dependientes de una sola plataforma: deben existir alternativas, y la competencia siempre acelera la innovación y beneficia a todos (—quizás las empresas no digan lo mismo—) ya que normalmente esa competitividad permite avanzar en las prestaciones ofrecidas e incluso en la relación precio/prestaciones de dichas alternativas.
Afortunadamente eso es una realidad palpable en el mundo de la mensajería instantánea, donde varias son las aplicaciones y servicios que tratan de competir en todo el mundo. La situación es en parte preocupante: el dominio de Whatsapp en nuestro país es patente, con un 98% según el estudio de mayo de 2013 de Onavo Insights. Pero esa situación se repite en países latinoamericanos (Whatsapp es allí también líder absoluto) o en asiáticos, donde LINE destaca en Japón, KakaoTalk en Corea del Sur y WeChat en la gigantesca China.
La competencia y sentir que nos persiguen nos hace esforzarnos y mejorar
Pero no solo se puede esgrimir esa amenaza de monopolio en este segmento. Como veremos, hay aún más razones y argumentos importantes para dar el salto a otras aplicaciones de mensajería instantánea. Varias son las propuestas que hacen que Whatsapp salga perdiendo, y las alternativas solo están esperando no solo a que nos apuntemos nosotros, sino sobre todo a que hagamos que amigos y familiares —los que realmente le dan su sentido a estos servicios— también se apunten a ellas.
El parné, bendito parné
Otro de los factores en los que se mueven estas aplicaciones es el del precio de las mismas e incluso el coste de mantener el servicio. Whatsapp, que era gratuita para usuarios de Android —no para los de iOS, curiosamente— hizo saltar la polémica cuando decidió cobrar una pequeña (más bien ridículamente pequeña) cuota anual por su servicio.
Eso fue aprovechado por otras aplicaciones como LINE, que reiteró su condición de servicio gratuito lanzando una campaña publicitaria en la que precisamente recalcaba esa circunstancia. La empresa aseguró entonces que su modelo seguirá siendo gratuito, y por el momento han cumplido su palabra.
Otras alternativas también destacan esa gratuidad —BBM o Telegram vuelven a ser ejemplos perfectos—, pero aquí surgen dudas sobre las garantías que ofrece un servicio siempre gratuito. Una de las razones que presumimos que obligó a Whatsapp a cobrar esa cuota fue precisamente su gigantesca dimensión: mantener la infraestructura necesaria para dar ese servicio es costoso, y obviamente el pago de esos millones de usuarios hará que la empresa tenga ingresos consolidados mientras se mantenga en boga.
La gratuidad o no del servicio es como un jaque mate que hay que analizar con mucho cuidado. Victoria o derrota en un solo movimiento
Otras utilizan modelos alternativos, y KakaoTalk es un referente en este sentido. Aunque la aplicación es gratuita y sus opciones básicas también, los surcoreanos responsables de su desarrollo han aprovechado los conceptos que se manejan ahora mucho en juegos móviles —con algo así como las in-app purchases— y ofrecen juegos y emoticonos de pago que enriquecen la experiencia.
Aquí las alternativas “occidentales” probablemente comiencen a mover ficha más pronto que tarde —la inserción de publicidad es otra opción—, ya que buscar la rentabilidad es el objetivo de cualquier empresa. Puede que LINE, BBM, WeChat, Telegram y otras muchas esgriman su gratuidad como argumento de captación de clientes, pero parece evidente que en algún momento querrán tratar de echar mano a nuestro bolsillo. Y están en su perfecto derecho. Además, la mensajería, que es lo que nos ocupa, seguirá siendo gratuita con casi total probabilidad.
Nos gusta hacer algo más que mandar mensajes
Puede que al principio nos conformáramos con enviar mensajes aprovechando las conexiones de datos. Lo de ahorrarse el elevadísimo coste de los SMS ya era argumento suficiente para dar el salto a estas aplicaciones, pero los tiempos cambian y los usuarios buscamos más. Whatsapp se empieza a quedar corto.
Ya nos encargamos de hacer el repaso a algunas de ellas hace tiempo, pero incluso ahora siguen apareciendo soluciones que prometen una mensajería que corrige algunos de los problemas de Whatsapp. Entre ellas citaré varias que no pertenecen a una sola alternativa, pero que sí están presentes al menos en alguno de los competidores del mercado.
- Soporte multiplataforma: de este modo nuestras conversaciones en el móvil podrán ser continuadas en el PC o portátil, por ejemplo. Telegram es una de las soluciones que permite esto.
- Videollamadas: aunque quizás no están tan extendidas, las videollamadas son otro componente importante de estas soluciones. Aquí Skype suele ser la referencia.
- Llamadas VoIP: ¿por qué limitarnos a mensajes? Las llamadas VoIP parecen la próxima gran frontera de estas aplicaciones, y hay soluciones que habilitan esta opción. Viber fue una de las primeras, pero hay otras que también dan esa función.
- Emoticonos, pegatinas y otros: los elementos que enriquecen nuestras sesiones de mensajería son una realidad en Whatsapp, sí, pero otros servicios ofrecen mucho más en este sentido. La española Spotbros es un buen ejemplo.
- Almacenamiento online: poder utilizar las aplicaciones de mensajería como servicios de almacenamiento online es también factible. De nuevo Spotbros es destacada en este apartado con nada menos que 1 TB de capacidad para almacenar nuestros contenidos (fotos, vídeos, música) y compartirlos con nuestros contactos.
- Mensajería “efímera”: el borrado de mensajes tras su envío y recepción pasado cierto tiempo es otra de las opciones más de moda. Snapchat fue referente en redes sociales, pero la idea se ha adaptado a estos servicios y Telegram es una de las que ofrece este tipo de opción.
Por supuesto hay más opciones de interés —seguro que vosotros podéis comentar algunas—, pero lo que queda claro es que ante la avalancha de alternativas y prestaciones de esas plataformas no me quedaré quieto.
Afortunadamente tener una aplicación de mensajería instantánea no hace que tengamos que desinstalar las demás, de modo que podremos compatibilizar dos, tres o más de estas herramientas para, teóricamente, lograr acabar con esa única solución que es la que nos convence en la mayoría de nuestra actividad en este terreno. Yo no desisto, y ya le estoy dando una oportunidad a una de estas soluciones. Veremos si logro convencer a quienes me rodean de que la usen y descubran las ventajas que tiene sobre una Whatsapp que, desde luego, no parece estar a la altura últimamente.
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La noticia Por qué me niego a que Whatsapp sea el estándar de mensajes y no pierdo la esperanza fue publicada originalmente en Xataka por Javier Pastor .
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