Sus promotores lo plantean como un paraíso futurista en mitad del desierto, la genuina ciudad del futuro, sostenible, inteligente y plagada de innovación, pero… ¿Y si The Line se pareciera más a una especie de "infierno"? ¿Qué pasaría si una vez levantada, la gigantesca megalópolis presentada en 2021 por el príncipe saudí Mohammed bin Salman se asemejara a un enorme hormiguero donde la gente vive hacinada y condenada a una movilidad ineficiente? Un escenario similar es el que pronostica (advierte) una pareja de investigadores del Complexity Science Hub de Viena en un artículo que acaba de publicar la prestigiosa revista 'Nature'.
Su ensayo es toda una declaración de intenciones desde el mismo título: "Argumentos para construir The Circle y no The Line en Arabia Saudí".
Un poco de memoria. Pocos proyectos urbanísticos hay, ni siquiera en el a menudo hiperbólico urbanismo de Arabia Saudí o Emiratos Árabes, comparables con The Line. Ni en dimensiones, ni en costes, ni desde luego en ambición. Lo que plantean sus impulsores es levantar una gigantesca ciudad desde cero en la provincia de Tabuk, en una región desértica de Arabia Saudí.
Y lo de "levantar" y "gigantesca" puede tomarse al pie de la letra: el proyecto consiste en construir dos líneas ininterrumpidas de rascacielos que se alzarán los 500 m sobre el nivel del mar, con 200 m de ancho y que se extenderán a lo largo de 170 km conformando un enorme pasillo desde el Mar Rojo. Dentro acogerá cerca de nueve millones de residentes y un despliegue tecnológico que incluye un tren de alta velocidad, agricultura vertical y un diseño que le permitirá nutrirse de energías renovables. "Sin carreteras, automóviles ni emisiones", presume.
Pero… ¿Salen las cuentas? Esa es la pregunta que se hicieron Rafael Prieto-Curiel y Dániel Kondor, autores del artículo que acaba de publicar 'Nature' sobre el proyecto saudí: ¿Qué ocurre si se pasa de los renders y vídeos promocionales a los cálculos? ¿Siguen siendo tan atractivas las promesas de The Line? Si algo demuestran sus conclusiones es que quienes planteen instalarse en la "megametrópoli pasillo" antes deberían conocer ciertos datos.
Su estudio concluye que, con aproximadamente nueve millones de habitantes repartidos a lo largo de 170 kilómetros de enormes rascacielos, la concentración demográfica de The Line sería cuanto menos sorprendente: alrededor de 265.000 personas por kilómetro cuadrado (km2). "Unas diez veces la densidad residencial de Manhattan y cuatro veces la de Manila, considerada una de las ciudades más densamente pobladas de la Tierra", señalan los investigadores.
Para gente dispuesta a pasear (mucho). Las dimensiones de The Line no afectan solo a su densidad de población. Con su talla la mega metrópoli tendrá que afrontar otros retos, no menores: de nuevo según los cálculos de Kondor y Prieto-Curiel, si los nueve millones de residentes de The Line se distribuyen de manera homogénea en cada kilómetro debería haber alrededor de 53.000 personas.
¿Qué supone eso? Que si elegimos dos de esos vecinos al azar la distancia promedio que los separará es de 57 km. El mismo experimento en Johannesburgo, una metrópoli con una extensión muy superior (1.645 km2), arrojaría 33 km.
¿Una megalópolis sin coches? "En The Line las personas están lo más lejos posible de los demás. Considerando que una distancia transitable a pie es de un kilómetro, en The Line solo el 1,2% de la población está a una distancia transitable de los demás. La movilidad activa no es viable en The Line, ya que las distancias son demasiado largas", abundan los investigadores, quienes recuerdan que el proyecto se plantea además como una gran población libre de vehículos.
¿Cuál es el resultado de esa ecuación? Que aunque las necesidades básicas puedan cubrirse con un desplazamiento razonable, de 5 minutos, la mayoría de los viajes a la escuela, el trabajo o lugares de ocio exigirá echar mano del transporte público.
¿Pero hay un tren rápido, no? Efectivamente. El análisis de Pietro-Curiel y Kondor refleja sin embargo que en la práctica tal vez no resulte un servicio tan eficiente como el que a priori podría imaginarse. The Line será larga, muy larga. Y estará además densamente poblada. El resultado, según los expertos, es que para garantizar que cualquier vecino tiene una estación de tren lo suficientemente cerca como para que el servicio resulte práctico harían falta… ¡86 terminales!
El problema no es que sean muchas estaciones para una urbe de 170 km. El auténtico reto es que si el ferrocarril se tiene que detener en todas o la mayor parte a lo largo de un viaje su velocidad promedio se verá afectada y difícilmente podrán ofrecer un buen servicio. El estudio señala que en promedio un usuario tardará en viajar entre dos ubicaciones aleatorias de The Line al menos 60 minutos, dato que incluye el viaje hasta y desde las terminales y el tiempo de espera.
¿Es el único hándicap? No. Quizás 86 estaciones parezcan muchas, pero es que incluso así cada habitante de The Line debería desplazarse un promedio de 1,3 km hasta la más cercana, un paseo de 18 minutos que —recuerda el estudio— supone más tiempo del que "la mayoría de la gente está dispuesta a caminar".
"Independientemente del número de estaciones de The Line, al menos el 47% de la población tendrá que desplazarse más de 60 minutos, por lo que la mayoría vivirá demasiado lejos de su destino", abundan los expertos, que plantean la necesidad de un transporte modular y jerarquizado, con transbordos que combinen los trenes de alta velocidad con servicios locales. Con todo, sus cálculos demuestran que los habitantes de The Line difícilmente lograrán desplazamientos que mejoren en tiempos a los que disfrutan los habitantes de otras megaurbes, como Seúl.
¿Y si optamos por The Circle? Esa es la idea que deja botando el estudio. Aunque los operarios y maquinaria contratados por Neom han empezado los destierres de The Line y puede apreciarse ya la enorme franja recta que algún día acogerá la ciudad, Pietro-Curiel y Kondor animan a replantear su estructura. Y de una forma aparentemente sencilla, que no exige renunciar ni a la ambición ni a las enormes dimensiones del proyecto. A lo único que hay que renunciar es a la forma lineal. En su lugar, proponen levantar la megalópolis con un diseño círcular.
¿Mejor un círculo que una línea? Una circunferencia con un superficie equiparable a la de The Line, alrededor de 34 km2, tendría un radio de apenas 3,3 km, con las importantes ventajas que ello conllevaría: la distancia más habitual entre dos personas escogidas al azar sería de unos 2,9 km, por lo que todos los habitantes estarían a una distancia asumible a pie del 24% de la población.
Un vecino dispuesto a caminar dos kilómetros podría llegar al 66% de los destinos sin necesidad siquiera del transporte público. Con esas cifras, los expertos opinan que dejaría de ser necesario un tren de alta velocidad. Los residentes podrían llegar a donde quisieran caminando, en bici o en bus. El diseño circular ayudaría también con la densidad de población: en The Line cualquier persona dispuesta a caminar un kilómetro puede alcanzar a unas 106.000 personas; en The Circule lograría la misma cifra con una densidad bastante inferior, de 33.740 personas por km2. "The Line es esencialmente una ciudad unidimensional, The Circle bidimensional".
¿Nueve millones de habitantes? Al presentar el proyecto los impulsores de The Line no solo hablaron de alturas, dimensiones, diseños y servicios; ofrecieron también un objetivo de población: quieren que la ciudad acoja ni más ni menos que a nueve millones de personas. La gran pregunta es… ¿Resulta viable?
Pietro-Curiel y Kondor refrescan algunas cifras para entender su alcance. Ahora mismo Arabia Saudí tiene unos 36,4 millones de habitantes y las previsiones pasan por que su censo, entre nacimientos, fallecimientos y saldo migratorio, crezca en alrededor de nueve millones de personas para 2043. La conclusión es evidente: si desea alcanzar su objetivo y superar en población a la mismísima Riad, The Line debe aglutinar la mayor parte del crecimiento demográfico previsto para el país.
¿Y si no alcanzase esa población? Podría quedarse por debajo de los nueve millones de habitantes, claro. O incluso superar esa cifra, aunque a priori parezca complicado captar tal volumen de población en un país de tamaño mediano. Pero cualquiera de esos escenarios complicaría el día a día de la mega metrópoli.
Con menos habitantes su enorme infraestructura estaría infrautilizada y los problemas que afectan al transporte y los tiempos de desplazamiento entre vecinos se agravarían. Si se diese el segundo supuesto y The Line lograra atraer a más de nueve millones el desafío sería aún mayor: ¿Cómo crecería la megalópolis? ¿En vertical? ¿Rompiendo su forma lineal, lo que iría en contra de su concepción y filosofía iniciales? ¿Extendiéndose más hacia el este, lo que incrementaría su longitud y, en consecuencia, exacerbaría los problemas de movilidad?
Imagen de portada: NEOM
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La noticia The Line aspira a ser la megalópolis del futuro. Estos expertos creen que se parecerá más bien a un infierno fue publicada originalmente en Xataka por Carlos Prego .
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